El origen de la ciudad se remonta a tiempos históricos de gran
antigüedad, apareciendo en tiempos de los celtas, en varios testimonios escritos, como capital de los vettones.
Durante la conquista
romana, Caurium se encuentra formando parte de la Lusitania, convirtiéndose en ciudad extipendaria; más tarde, con la caída del Imperio
Romano, se situará dentro del reino suevo y, cuando éstos son derrotados por los visigodos,
Coria, como centro de especial importancia, se constituye en sede episcopal, datando su obispado de tiempos de Constantino, entre los años 313-337, y apareciendo ya su obispo Jacinto en las actas del III Concilio de
Toledo, celebrado en el año 589.
En época musulmana, siglo VIII, convertida en Medina Cauria o Alkarika, destaca como foco importante de resistencia y rebeldía contra los emires y califas de
Córdoba.
Durante la reconquista la zona pasará de manos cristianas a musulmanas sucesivamente, destacando durante este tiempo la toma de la ciudad, en 1142, por el rey Alfonso VII, que restabalecerá su obispado. A principios del siglo XIII, Alfonso IX de
León le concede sus fueros.
En el siglo XV, el rey Enrique IV, la hizo cabecera de condado, concediéndola a Don Gutiérrez de
Cáceres y Solís quien, en unión de su hermano Don Gómez, la empeñó por cierta cantidad de dinero al Duque de Alba que, en 1470, se queda con ella con el título de marquesado.
HISTORIA. Consta dé la antigüedad de está pobl., así por los muchos
monumentos que conserva como por su mismo nombre, y por mencionarla los escritores del imperio. Llamabase Caurium, de donde ha venido a decirse Coria: traen algunos del griego la etimología de este nombre; en aquel idioma la voz Cayros o Cauros significa el bobo o Mentecato, y de aquí prod. también el sarcasmo vulgar bobo de Coria. De lo mismo han tomado lugar igualmente para decir, que Coria es de origen griego: carecen sin embargo de razón bastante estas aserciones. Por nada puede rastrearse noticia alguna relativa a esta pobl., más allá de la
España romana: de esta época acreditan particularmente su existencia sus muchas
antigüedades, las inscripciones que pueden verse en el Masdeu y en el sumario de Cean Bermúdez: y la mención que de ella hacen los escritores de aquel tiempo, como hemos dicho. Plinio nombra los caurienses, expresando pertenecer a la clase de estipendiarios; Ptolomeo coloca a Caurium entre las c. mediterráneas de la región de los lusitanos. No decayó su importancia (pues cabe asegurarse la tenía por sus vestigios
romanos) en la España goda, y habiéndosela elevado a la dignidad de Sede pontificia, figura el ob. cauriense, suscribiendo los concilios de aquella época. Durante la dominación agarena, y tiempo de la reconquista, pasando repetidas veces de unos a otros señores, como aquí el rigor de la guerra era enconado por la diferencia de religiones, fué cuando más hubo de padecer, y figura desde muy ant. en las crónicas musulmanas y cristianas. Menciónanla los árabes como el punto donde permaneció oculto algún tiempo el desgraciado Abul Aswad, habiendo entrado en ella solo y disfrazado, después que consiguió Abd el Rahman concluir con el part. de los Fehris en la parte de Mérida.
Fué conquistada Coria por Ordoño rey de
Asturias, quien hizo prisionero a su gobernador Zeth año 860. A poco la reconquistó el Mondhir. El hijo de Ordoño, Alfonso, la puso sitio en 858; pero no consiguió tomarla. Fué sin embargo ganada a poco por los cristianos y el
refugio de García, rey de
Navarra y del conde de Castilla, cuando fueron batidos por Atadjiby, gobernador de
Zaragoza, enviado por el Haken contra ellos: las tropas musulmanas asolaron entonces todo el terr. El famoso Almanzor la repuso bajo la autoridad del califa. Cuéntase, entre las arrogantes conquistas de Alfonso VI. Algunos siguiendo muy literalmente los versos del arz. D. Rodrigo, donde se acumulan estas conquistas, han pensado haber sucedido a la de Toledo; pero fué mucho antes, sin que pueda oscurecerse el año en que sucediera, determinado por un acontecimiento físico notable, pudendo decirse, al modo de los que mejor han sabido perpetuar la cronología de los hechos, que Coria fué conquistada por Alfonso VI, el año en que ocurrió un eclipse de sol, al mediodía, el más central de que hasta el tiempo de este rey se tuviese memoria (Ebn Abet el Halan): este eclipse fué en el 25 de febrero de 1077, a la una y media de la tarde, visible en Europa, en África y en Asia (Crónica de los eclipses, pág. 72). En la Crónica lusitana (pág. 405) se lee también: era 1115 (1077) mense septembris carpit idemrex Donnus Alfonsus Caurium civitalem. A Coria se retiró Alfonso mal herido de un lanzazo y aletargado por el defecto de sangre, la fatiga con que había salido de los duros trances que corriera y el vino con que, a falta de
agua habia apagado su sed, después de la sangrienta refriega del sitio llamado Sajalia junto a
Badajoz. Coria fué ganada por los moros después de la muerte de Alfonso VI y la reconquistó el VII por los años de 1124. Fué después tomada por Mohamet ben Yusuf, wali de Córdoba, por los de 1190 a 1191: era Coria parte de lo que llamaban el Kasr, de los hijos de A bu Danés, o Kars el Fethah, el cast. de la entrada o de la abertura: era un señ. o waliato constituido por el último Beny Abed, a favor de su wasir y poeta Abdala ben Moheb. No permaneció tampoco ahora en poder de musulmanes; siendo reconquistada por el rey Alfonso VIII quien la reedificó y restauró su sede pontificia. Contóse entre las c. que se resistieron a reconocer la autoridad de la reina; estando gobernada por uno de los parciales de D. Álvaro Núñez de Lara; y que al propagarse la noticia del fallecimiento de Alfonso IX se declararon por
San Fernando. Los vec. de Coria capitaneados por sus ob. según
costumbre del tiempo, prestáronlos más interesantes servicios en las guerras de;
Andalucía y en las que mediaron entre Castilla y
Portugal por los años de 1383: El rey de esta nación embistió a Coria, y aunque violentamente rechazado, regresó cargado de despojos a su reino. D. Enrique IV la hizo cab. de condado concediéndola a D. Gutiérrez de Cáceres y Solís, quien en unión con su hermano D. Gómez, la empeñó en cierta cantidad de dinero a D. García Álvarez de Toledo duque de Alba: este se quedó con ella por confirmación del mismo rey Don Enrique quien la dio el título de marquesado. Su
escudo de armas ostenta un león rapante y 8 cast. colocados 3 a cada lado, uno a la orla y otro al timbre.
* Diccionario Geográfico – Estadístico - Histórico de España y sus posesiones de Ultramar. Pascual Madoz, 1848.
Su nombre, según el profesor Guillermo Tejada, es un hidrónimo prelatino redundante: Desde " (A/O...) C (a)+ oria", "
Río (-río)" (junto al-).