Esta casita que aparece en primer lugar, perteneció a mis suegros, Marcelo (Monique) y Tomasa (Campana). Una vez restaurada, pasamos en ella todos los días que podemos. Este es un pueblo muy agradable y en el que se vive muy tranquilo. Merece la pena, que quien no le conozca, venga a verlo y a pasearse por su mirador, alrededor de la muralla, y los sábados y domingos, a tomarse los vinos a medio día y a charlar con su gente, que son estupendas. Saludos a Pedro, a Plácido y a todos sus amigos.