Nada más entrar lo primero que puede llamar la atención es su amplitud. No obstante, todo el interior presenta curiosidad.
En primer lugar, la regla consagrada era enterrar a los fallecidos en las
iglesias pues estos quedaban bajo la protección directa de Dios. Por este motivo, fue el
cementerio del
pueblo pudiéndose apreciar en la actualidad en las losas de
piedra que forman el suelo. No sería hasta 1787 cuando los
cementerios, por una orden de Carlos III, deben salir de las iglesias por peligro sanitario.
El interior del templo presenta una planta rectangular cuyo cuerpo se encuentra dividido en tres naves separadas mediante
columnas. En la cabecera o el
Altar Mayor se encuentra un
retablo dorado datado del siglo XVII en cuya franja central se puede apreciar una imagen de
San Lorenzo portando una parrilla haciendo honor al nombre de la
Parroquia.
En el techo de la cabecera también se puede apreciar una
cúpula elaborada en ladrillos cuyo peso recae en pechinas que se apoyan sobre los muros interiores del templo.
Otros datos del interior de este templo son:
Presenta otros dos
retablos a izquierda y derecha en los cuales se pueden apreciar imágenes de
santos o pasajes de la biblia como la Visita de María a su prima
Santa Isabel. Datados del siglo XVII, típicos del Barroco, en los cuales es necesario destacar la gran belleza de los retablos por su función didáctica y moralizante.
Al fondo, en la parte derecha se encuentra el baptisterio donde se puede apreciar una
pila bautismal de grandes dimensiones que según la
tradición se dice que fue elaborada a partir de la piedra que cubría la
Cueva de la Serrana de la Vera.
En su segundo piso o
coro, se encuentran la entrada a un pequeño
museo de
arte sagrado, un
órgano barroco elaborado en 1766, restaurado en 1984, que sigue sonando hasta día de hoy y, la
puerta de entrada a los pisos superiores de la
torre.