Estas campanas, que no son las actuales, una era la "gorda" y la otra la "cascá", su nombre se debia a que, efectivamente, estaba rajada como recuerdo de la guerra civil. En la parte oeste está en "campanillo". El toque era todo un ritual, el único que lo hacia a la perfección era tio Antonio Martin, "el sacristán". Nadie le pudo igualar.