Los Muchachos de Santibañez
Por Tierras de Granadilla
y otras villas y poblados,
muy gallarda se pasea
la banda de “Los Muchachos”.
Todos llevan carabina,
todos montan a caballo,
todos son gente curtida
de luchar contra el gabacho.
Treinta son de Santibáñez,
y cuatro son de otro lado.
Siempre que daban los naipes,
siempre pintaban en bastos.
Muchos honores alcanzan
contra el francés peleando,
pero sólo con mentiras
les paga el rey don Fernando.
– ¡Al monte, al monte, valientes,
(gritaba Miguel Dosado),
que no quede un servilón
para que pueda contarlo!
– ¡Al monte nos echaremos
(respondían Los Muchachos),
que no queremos cadenas
ni yerros en pies y manos!
Entre los montes de Cáparra,
se juntan los treinta y cuatro
y eligen por capitán
al bravo Miguel Dosado.
Seis años tienen en jaque
a un batallón de soldados,
de la raya portuguesa
a Miranda y su condado.
– ¡Vamos, Miguel Caletrío,
dispara un carabinazo,
que has de matar más facciosos
que yerbas tienen los campos!
Por defender sus derechos,
también los del pueblo llano,
están en busca y captura,
como si fuesen penados.
Ellos robaban al rico,
y al pobre van remediando.
Los bienes de manos muertas,
ellos los van reclamando.
La gente humilde y sencilla
de los pueblos comarcanos
los apoya y los defiende
y los tiene como hermanos.
Por Tierras de Granadilla,
muchas voces van sonando,
que dicen a grandes gritos:
“ ¡Vivan, vivan Los Muchachos!”.
Por Tierras de Granadilla
y otras villas y poblados,
muy gallarda se pasea
la banda de “Los Muchachos”.
Todos llevan carabina,
todos montan a caballo,
todos son gente curtida
de luchar contra el gabacho.
Treinta son de Santibáñez,
y cuatro son de otro lado.
Siempre que daban los naipes,
siempre pintaban en bastos.
Muchos honores alcanzan
contra el francés peleando,
pero sólo con mentiras
les paga el rey don Fernando.
– ¡Al monte, al monte, valientes,
(gritaba Miguel Dosado),
que no quede un servilón
para que pueda contarlo!
– ¡Al monte nos echaremos
(respondían Los Muchachos),
que no queremos cadenas
ni yerros en pies y manos!
Entre los montes de Cáparra,
se juntan los treinta y cuatro
y eligen por capitán
al bravo Miguel Dosado.
Seis años tienen en jaque
a un batallón de soldados,
de la raya portuguesa
a Miranda y su condado.
– ¡Vamos, Miguel Caletrío,
dispara un carabinazo,
que has de matar más facciosos
que yerbas tienen los campos!
Por defender sus derechos,
también los del pueblo llano,
están en busca y captura,
como si fuesen penados.
Ellos robaban al rico,
y al pobre van remediando.
Los bienes de manos muertas,
ellos los van reclamando.
La gente humilde y sencilla
de los pueblos comarcanos
los apoya y los defiende
y los tiene como hermanos.
Por Tierras de Granadilla,
muchas voces van sonando,
que dicen a grandes gritos:
“ ¡Vivan, vivan Los Muchachos!”.