Claro que se vivía aquí, toda la
familia, en mi caso mis abuelos mis padres y nosotros. Para los niños era una esperiencia mágica, pasábamos un
verano fantástico sin parar de jugar y eso que no teníamos juguetes, yo lo recuerdo como algo maravilloso. Los Domingos los mayores, en muchos casos las mujeres bajaban al
pueblo a traer el queso y llevar los avíos, todos los niños experábamos que volvieran impacientes, siempre había una bolsa de patitos, unos caramelos de semáforo o alguna sorpresa para
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