A LA GRACIA PRIMITIVA DE LAS ALDEANAS
A Luis Rosado Vega
Hambre y sed padezco: Siempre me he negado
a satisfacerlas en los turbadores
gozos de ciudades —
flores de pecado—.
Esta hambre de amores y esta sed de ensueño
que se satisfagan en el ignorado
grupo de muchachas de un lugar pequeño.
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