La leyenda de Ntra. Sra. de Cabezón.
En un bello paraje de onduladas colinas se halla el castillo de Cabezón y, muy próximo a él, el Santuario de la Virgen cuyos orígenes se pierden en la nebulosa de los tiempos.
La historia de esta Virgen se inicia con su aparición a un vaquero, natural de Holguera, que vigilaba sus ganados en estas tierras. El pastor se extrañaba de que uno de los animales tuviera una especial predilección en buscar el pasto próximo a un lugar lleno de maleza. Más cuando llegaba a aquel sitio, lejos de comer el animal quedaba inmóvil como si contemplara algo. El vaquero lo apartaba y la res insistía en su actitud un día y otro. Entonces buscó entre la maleza y halló escondida la imagen.
Al encontrarla corrió a contar los hechos a su pueblo pero los de Cañaveral, población a la que pertenecía el terreno del hallazgo, se enteraron y surgió la consecuente disputa por la propiedad de la imagen. La imposibilidad de solucionar el pleito los llevó a todos a pedir a la misma Virgen que manifestara sus deseos de alguna manera. El afortunado pastor pidió a la madre de Dios que revelara el sitio donde deseaba reposar, a lo que la Señora contestó que su elección era indicada por el fruto que llevaba en la mano. Se trataba de una lima y por aquella época Cañaveral se llamaba “Cañaveral de las Limas”.
El fallo se aceptó pero los de Holguera nunca lo hicieron de buen gusto, celebrando una romería en un día distinto a los de Cañaveral.
En un bello paraje de onduladas colinas se halla el castillo de Cabezón y, muy próximo a él, el Santuario de la Virgen cuyos orígenes se pierden en la nebulosa de los tiempos.
La historia de esta Virgen se inicia con su aparición a un vaquero, natural de Holguera, que vigilaba sus ganados en estas tierras. El pastor se extrañaba de que uno de los animales tuviera una especial predilección en buscar el pasto próximo a un lugar lleno de maleza. Más cuando llegaba a aquel sitio, lejos de comer el animal quedaba inmóvil como si contemplara algo. El vaquero lo apartaba y la res insistía en su actitud un día y otro. Entonces buscó entre la maleza y halló escondida la imagen.
Al encontrarla corrió a contar los hechos a su pueblo pero los de Cañaveral, población a la que pertenecía el terreno del hallazgo, se enteraron y surgió la consecuente disputa por la propiedad de la imagen. La imposibilidad de solucionar el pleito los llevó a todos a pedir a la misma Virgen que manifestara sus deseos de alguna manera. El afortunado pastor pidió a la madre de Dios que revelara el sitio donde deseaba reposar, a lo que la Señora contestó que su elección era indicada por el fruto que llevaba en la mano. Se trataba de una lima y por aquella época Cañaveral se llamaba “Cañaveral de las Limas”.
El fallo se aceptó pero los de Holguera nunca lo hicieron de buen gusto, celebrando una romería en un día distinto a los de Cañaveral.