Peluquerías -25% €/kWh

IBAHERNANDO: Los burros varían considerablemente de tamaño. La mayoría...

Los burros varían considerablemente de tamaño. La mayoría de los burros domésticos tienen una talla que oscila entre 0,9 y 1,4 m hasta la cruz, aunque hay variedades mayores como las razas andaluza-cordobesa, y zamorano-leonesa (que puede superar los 1,6 m), y el burro mamut (cuyo individuo más grande llegó a medir 1,73 m) 4​ o el burro catalán (que llega a los 1,65 m). La coloración y longitud de su pelo también es muy variable. Su color más habitual es el gris en todos sus tonos, llegando hasta el blanco y el negro, y también son habituales las tonalidades pardas. A menudo tienen el pelaje de tonos más claros o blanco alrededor del morro, la zona periocular y el vientre, y con frecuencia presentan dos franjas oscuras en forma de cruz en su espalda. Sus crines son más cortas que las de los caballos, por lo que permanecen encrespadas en lugar de caer sobre el cuello.

Pollino de tres semanas.
Los burros son más longevos que los caballos, llegando a vivir hasta los 40 años. Alcanzan la madurez sexual entre los 2 y 2,5 años. El apareamiento puede producirse en cualquier época del año, aunque generalmente se produce durante la primavera. La gestación dura entre 12 y 14 meses, que producirá normalmente una sola cría, raramente dos, que será destetada cuando tenga entre 6 y 9 meses.

Los burros se adaptaron para vivir en los márgenes de los desiertos, y como resultado de ello tienen características únicas entre los équidos. Los asnos salvajes viven separados unos de otros al contrario que los caballos y cebras, que viven en manadas. Los burros son capaces de emitir rebuznos a un volumen muy alto que les permite mantenerse en contacto a distancia, hasta los tres kilómetros. Sus largas orejas le sirven tanto para percibir mejor los sonidos como para poder disipar mejor su calor corporal. Los burros tienen un sistema digestivo resistente, menos propenso a los cólicos que el de los caballos, lo que les permite consumir mayor diversidad de plantas y extraer agua del alimento de forma muy eficiente. En promedio los burros necesitan menor cantidad de alimento que los caballos de tamaño y peso equivalente; todo ello les permite vivir en zonas inaccesibles para sus parientes más exigentes alimenticiamente.

Los burros en la naturaleza se defienden dando fuertes coces con sus patas traseras, cosa que siguen haciendo los domésticos cuando son importunados, y también pueden golpear con las patas delanteras y dar mordiscos.
Los ancestros de los burros domésticos son las subespecies de asnos salvajes africanos nubia y somalí.5​6​ Los asnos salvajes se domesticaron alrededor del 5000 a. C. Los burros se convirtieron en importantes animales de carga para las gentes que vivían en las regiones de Egipto y Nubia, ya que son capaces de acarrear entre el 20 % y el 30 % de su peso corporal, y también se usaron para arar y para ser ordeñados. Para 1800 a. C. los burros ya se habían extendido a Oriente Medio, donde la ciudad comercial de Damasco es denominada la «ciudad de los asnos» en textos cuneiformes.

Kílix griego con un sátiro sobre un burro, datado alrededor del 510 a. C.
Los antiguos griegos asociaron los burros al dios Dioniso. Los romanos también usaron los burros como animal de carga en todo su imperio y además estaba consagrado a Príapo, por las dimensiones de su falo, a quien era ofrecido en sacrificio, porque según la leyenda este dios había matado uno en la expedición de Baco a las Indias por haber tenido la insolencia de disputarle el premio de la fuerza.

Los équidos se habían extinguido del continente americano al final de la última glaciación. Los caballos y los burros fueron introducidos en América por los conquistadores españoles. La primera aparición del burro en el nuevo mundo se produjo en 1495, cuando Colón llevó en su expedición cuatro machos y dos hembras. Posteriormente los colonos europeos fueron importando burros de diversas variedades tanto de España como de Francia, principalmente con el cometido de ser usados para producir mulas. Además de su uso tradicional en la agricultura y el transporte, los burros fueron usados a partir del siglo XIX en la minería.

Con la aparición de la maquinaria agrícola y los medios de transporte modernos los burros empezaron a usarse cada vez menos desde comienzos del siglo XX en los países ricos, aunque empezaron a usarse para el turismo y como mascotas, y siguen siendo usados como animales de trabajo en los países en desarrollo. Las variedades miniatura son las más apreciadas como mascotas en contra de la tendencia del pasado, cuando se valoraba más a los burros de mayor tamaño que podían ser usados para producir mulas grandes y fuertes.
El asno fue un animal consagrado a Príapo y que se le ofrecía en sacrificio desde que este dios mató a uno en la expedición de Baco a las Indias por haber tenido la audacia de disputarle el premio de la fuerza. Fue admitido en los misterios de Vesta en recompensa de haber descubierto a esta diosa con sus rebuznos la violencia que intentaba hacerle Príapo mientras dormía.

Los egipcios consideraban en el asno un símbolo de Tifón y trazaban su figura sobre las tortas que ofrecían a este dios del mal. El asno era muy mal tratado en Coptos. Los habitantes de Busiris, de Abidos y Licópolis tocaban la trompeta imitando el rebuzno del asno. Entre los egipcios se representaba a la ignorancia con una cabeza de este animal. Cuando querían designar una obra de poca duración, figuraban un asno a gran galope a causa de que cuando galopa por fantasía, no es más que por un instante, volviendo a tomar muy pronto su paso natural.

Los romanos conservaron mucha parte de esta aversión contra el asno y encontrarse con uno se consideraba como mal presagio. Se ha conservado una fábula singular donde el asno hace un papel de bastante importancia. Luego de que Júpiter hubo tomado posesión del imperio del mundo y los mortales concurrieron en tropel a ofrecer incienso en sus altares, movido el dios de su piedad les prometió atender al deseo que ellos formasen. Los hombres pidieron el don de una eterna juventud sin pasar jamás al triste estado de la vejez. Júpiter encargó al asno llevar este don inestimable, pero sintiéndose fatigado se acercó a una fuente para refrescarse. La serpiente que la guardaba dio a entender al asno que para beber, era necesario que le cediese antes el tesoro que llevaba. El estúpido animal no tuvo dificultad en cambiar por algunos sorbos de agua un licor más precioso que el néctar. Desde entonces tienen las serpientes el privilegio de cambiar de piel y de volver a tomar toda la frescura y vigor de la juventud, al paso que los mortales están sujetos como antes a la vejez y la muerte. 7