Un bonito arco que le da mucho señorío a la calle, realmente no sé si la calle toma el nombre de "calle del arco", pese a pasar varias veces por debajo de él, lo cierto es que me agrada, cuando llueve siempre tiene uno un refugio donde esperar que pase el chaparrón, se dijo de los puentes que es el refugio de los pobres, siempre que se pida permiso al agua que por ellos fluye y esta te deje un lugar donde colocarte hasta que pase la tempestad.
El arco posiblemente es un "carpanel " o bastante parecido, que permite dejar mucho paso al vecindario de su época, claro, creo que un camión con cuatro metros de altura no tendría cabida pero tiene otras calles de paso, así prefiero conservar el bonito arco, por lo agradable que resulta pasar por debajo él.
Esto es lo mismo que tener una fuente en la plaza, o en un parque, lugares de descanso y recreo donde tienes ese el sitio adecuado donde tomar una poca de agua para apagar la sed, pero nunca llueve a gusto de todos, para los vendedores de agua va contra sus intereses, lo curioso es que de la fuente no sale el agua fresca, mientras la del vendedor sale fresquita recién sacada de la nevera y es donde está la diferencia, por tanto considero que la vieja costumbre de tener agua en la plaza o en el parque hace un buen servicio al público. Ya sabemos que los vecinos del pueblo tienen agua cada uno en su casa, fresca o del tiempo, pero pobre de aquel forastero, o vecino casual que en su momento de paseo siente la necesidad de beber una poquita de agua. Es un servicio público del que debieran copiar otros pueblos.
El arco posiblemente es un "carpanel " o bastante parecido, que permite dejar mucho paso al vecindario de su época, claro, creo que un camión con cuatro metros de altura no tendría cabida pero tiene otras calles de paso, así prefiero conservar el bonito arco, por lo agradable que resulta pasar por debajo él.
Esto es lo mismo que tener una fuente en la plaza, o en un parque, lugares de descanso y recreo donde tienes ese el sitio adecuado donde tomar una poca de agua para apagar la sed, pero nunca llueve a gusto de todos, para los vendedores de agua va contra sus intereses, lo curioso es que de la fuente no sale el agua fresca, mientras la del vendedor sale fresquita recién sacada de la nevera y es donde está la diferencia, por tanto considero que la vieja costumbre de tener agua en la plaza o en el parque hace un buen servicio al público. Ya sabemos que los vecinos del pueblo tienen agua cada uno en su casa, fresca o del tiempo, pero pobre de aquel forastero, o vecino casual que en su momento de paseo siente la necesidad de beber una poquita de agua. Es un servicio público del que debieran copiar otros pueblos.