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IBAHERNANDO: DESCRIPCIÓN...

DESCRIPCIÓN

El género Eucalyptus comprende unas 700 especies de árboles y arbustos muy aromáticos. Las especies que hay en Canarias son todas introducidas (alóctonas).

En ocasiones tienen dos tipos de hojas, todas persistentes,

simples,

lampiñas y de margen

entero.

Las de los ejemplares jóvenes son opuestas,

anchas y suelen carecer de rabillo, mientras que las de los ejemplares adultos son más alargadas, alternas

y siempre poseen un rabillo patente. El novelista francés Julio Verne escribió sobre el dosel de los eucaliptos en Los hijos del capitán Grant: «Los árboles pierden anualmente su corteza en lugar de perder sus hojas; […] éstas se presentan al sol de perfil y no de cara, y no dan sombra...». Los botones florales presentan unas duras caperuzas (opérculos) de forma variable que, cuando éstos se abren, caen y dejan al descubierto numerosos estambres

blancos, amarillentos o rosados. Las flores son muy melíferas y nacen a menudo en grupos en la axila

de las ramillas. El fruto

es una cápsula

(como una pequeña urna con tapita) verdosa, parduzca o grisácea según el grado de madurez, que contiene pequeñas y abundantes semillas.

En Canarias se cultivan muchas especies, de las cuales cuatro se han asilvestrado:

1. Eucalyptus camaldulensis Dehnh. Eucalipto rojo, eucalipto negro. Árbol hasta de 50 m. Corteza caediza, lisa, de blanquecino grisácea a marrón rojiza. Hojas juveniles de 6-12 cm de longitud y 2-4 cm de anchura, lanceoladas,

acuminadas,

blanco azuladas; las adultas de 8-25 (30) cm de longitud y 0,7-2,5 (4) cm de anchura, estrechamente lanceoladas,

algo curvadas en una punta alargada y de color verde claro. Está incluida en el Atlas de las plantas alóctonas

invasoras

en España.

2. Eucalyptus cornuta Labill. Eucalipto cangrejo, Yate. Árbol hasta de 23 m. Corteza que no se desprende, oscura o casi negra, profundamente fisurada en la base y lisa en la parte superior. Hojas juveniles opuestas,

de anchamente lanceoladas

a redondeadas, de color verde oscuro, con rabillo; las adultas alternas,

estrechamente lanceoladas,

hasta de 12 cm de longitud y de color verde oscuro brillante por ambas caras.

3. Eucalyptus globulus Labill. Eucalipto azul, eucalipto blanco. Alcanza los 40 m (100 m algunos ejemplares de Tasmania). Corteza lisa que se desprende en anchas tiras con un recubrimiento céreo (pruina)

de color gris azulado, de ahí su nombre común. Hojas juveniles de 4-16 cm de longitud y 1,5-9 cm de anchura, ovadas u ovado-lanceoladas y sin rabillo; las adultas de 8-35 (40) cm de longitud y 1,5-4 cm de anchura, lanceoladas

y en forma de hoz, curvadas en una punta alargada. En Flora iberica se diferencian la subsp. globulus y la subsp. maidenii (F. Muell.) J. B. Kirkp. Esta especie está incluida en el Atlas de las plantas alóctonas

invasoras

en España.

4. Eucalyptus rudisEndl. Árbol normalmente mediano, de 5-20 m. Corteza que no se desprende, en general rugosa, oscura o gris clara. Hojas juveniles opuestas;

las adultas alternas,

de 9-18 cm de longitud y 1,5-4 cm de anchura, de ovadas a redondeadas, algo curvadas, terminadas en una punta, de color verde grisáceo opaco y con rabillo.

ECOLOGÍA

La mayoría de los eucaliptos están especializados en climas de tipo mediterráneo que también se dan en Australia, donde no hay heladas severas y disponen de agua abundante. Son árboles con gran desarrollo radical, por lo que pueden extraer agua de capas muy profundas. En Canarias han sido plantados desde las zonas próximas a la costa hasta algunas zonas de cumbre. Las especies naturalizadas

se han adaptado a muchos ambientes, como el fayal-brezal, el pinar

e incluso, ocasionalmente, el bosque

termófilo

más húmedo.
DISTRIBUCIÓN

Los eucaliptos proceden sobre todo de Australia, Tasmania y Nueva Zelanda, aunque algunas especies son oriundas de Filipinas y de la isla de Timor. Estos árboles han sido profusamente introducidos en diversas regiones del mundo con propósitos industriales o sanitarios. Así ha ocurrido en Canarias, donde han sido cultivados en casi todas las islas del archipiélago.

1. E. camadulensis
2. E. cornuta
3. E. globulus
4. E. rudis

MÁS INFORMACIÓN

Estos árboles llegaron a Europa a principios del siglo XIX como plantas ornamentales y para desecar lagunas. Actualmente se plantan en todo el mundo por su rápido crecimiento, principalmente para la elaboración de pasta de papel y carbón vegetal. Su introducción en Canarias está marcada por la política forestal llevada a cabo a partir de los años 40, que primaba el uso silvícola de las masas forestales sobre la regeneración y la conservación de los bosques

originales.

En el mundo rural canario, estos árboles han proporcionado unos recursos nada desdeñables para la vida diaria. Su leña se empleaba como combustible en panaderías, hogares u hornos alfareros. De los troncos se obtenían postes para la construcción y con las ramas largas se confeccionaban ‛guijadas’ —varas largas utilizadas para guiar la yunta—, aperos de labranza, horcones para sujetar racimos de platanera y varas para hacer las burras de los tomateros o el alzamiento de las cepas de viña. La madera también se usó para fabricar piezas de carro, carreta y parihuela —medio de transporte de personas muy popular antiguamente, sobre todo en La Palma—.

En el pasado estos árboles se plantaron con cierta frecuencia en los bordes de las carreteras con el fin de ‛purificar’ el aire y repeler los mosquitos; de ahí que sean tan abundantes las alineaciones de eucaliptos en las orillas de las calzadas canarias. Como práctica habitual en muchos pueblos isleños, las hojas secas del eucalipto blanco se quemaban para desinfectar las casas con el humo. Otro uso de su follaje fue el de servir como cama para el ganado. Además las hojas tiernas de los eucaliptos —sobre todo las de E. globulus— tienen propiedades tintóreas y, según la artesana grancanaria Nilia Bañares, confieren a los tejidos un color amarillo claro o verde pálido.

Son ampliamente conocidas las propiedades balsámicas, antiinflamatorias y bactericidas de sus aceites esenciales —cineol y eucaliptol, principalmente—. El escritor argentino Jorge Luis Borges lo recuerda en Adrogué: «Su olor medicinal dan a la sombra / los eucaliptos: ese olor antiguo / que, más allá del tiempo y del ambiguo / lenguaje, el tiempo de las quintas nombra». En medicina popular, los gargarismos con la infusión de las hojas o los vapores han sido tradicionalmente recomendados para combatir las infecciones de garganta (faringitis, laringitis) y enfermedades de las vías respiratorias (afonías, ronqueras, catarros, bronquitis o asma). Asimismo, los campesinos canarios lo utilizaban para combatir los piojos, las hemorroides y para aliviar los dolores de cabeza mediante la colocación en la frente de un trapo con hojas, a las que a veces se añadía algo de vinagre. La miel de eucalipto, de sabor fuerte y agradable aroma, ha sido un remedio casero muy empleado contra las afecciones de garganta y pecho.
El nombre genérico de Eucalyptus es griego y quiere decir ‛bien cubierto’; eû significa verdadero, bueno, y kalyptós significa cubierto, que recubre, en alusión a la tapita que cubre el fruto,

que es una cápsula.