Otras costumbres de antaño LA CAMPANILLÁ
La “cencerrada”, “campanillá”, “correr los cencerros” etc.; era otra tradición o practica utilizada antaño en muchos pueblos extremeños.
El origen de este tipo de manifestaciones es muy antiguo, denominándose con distinto nombre según el pueblo región o provincia. Tenían lugar cuando un viudo o viuda volvían a casarse en segunda nupcias, pero sobre todo, cuando una pareja se amanceban.
Su significado podría interpretarse de varias maneras, pero principalmente era debido a considerarse en la época el matrimonio como sagrado e indisoluble, su propósito real era crear un ambiente de animadversión hacía estas posteriores bodas y/o “arrejuntamientos”, y su finalidad burlarse y/o ridiculizar a la pareja.
Solía hacerse generalmente durante las noches, los vecinos se reunían ante la puerta de los “novios”, haciendo sonar con gran estruendo cencerros, esquilas, cacerolas, tambores, o cualquier objeto ruidoso; también daban varazos en la puerta en incluso apedreaban la casa, entre risotadas y expresiones sarcásticas o humillantes. Los contrayentes debían aguantar estoicamente y sin protestar, pues de lo contrario, tenían garantizada una nueva cencerrada al día siguiente. Pese a que estas manifestaciones estaban prohibidas desde el Siglo XVIII, las autoridades solían hacer “la vista gorda”, permitiendo estas gamberradas y humillaciones.
En El Bronco (pueblo de mi mujer), todavía lo hacían más pesado, pues a continuación simulaban todos los actos de un casamiento entre las bromas y risotadas de los asistentes.
El último que se recuerda allí, fue por los años 50, cuando un joven viudo que trabajaba como ganadero en la dehesa de El Bronco, entabló relaciones amorosas con una moza soltera, cosa que ahora sería lo más natural, pero que entonces no debía estar bien visto, pues tuvieron que someterse al bochorno de la citada tradición.
Cuando en el pueblo se enteraron, decidieron seguir la costumbre de darles la correspondiente “campanillá”. Para ello partieron en multitud hasta la choza que habitaban, arrastrado como complemento una pesada carreta al tiempo que con gran algarabía, hacían sonar cencerros y cacerolas. Aunque en principio los “homenajeados”, mostraron resistencia, rogaron y suplicaron; no tuvieron más remedio que subir en el carro y recorrer con el acompañamiento la distancia que les separaba del pueblo, transitar por sus calles y someterse a la simulación la boda.
Conocí en los años 70, en Piedras Albas, a las “estrellas” de esta pesada costumbre, eran un matrimonio encantador, que me narraron este penoso episodio con humor, tal como lo cuentan en el pueblo, sin que se adivinara en ellos el menor asomo de malestar o rencor, pese a la vergüenza y humillación que debieron sufrir.
Por suerte estas pesadas bromas, como otras muchas, ya han caído en el natural desuso, cosa que me parece normal.
Saludos
Sixto Rivas
La “cencerrada”, “campanillá”, “correr los cencerros” etc.; era otra tradición o practica utilizada antaño en muchos pueblos extremeños.
El origen de este tipo de manifestaciones es muy antiguo, denominándose con distinto nombre según el pueblo región o provincia. Tenían lugar cuando un viudo o viuda volvían a casarse en segunda nupcias, pero sobre todo, cuando una pareja se amanceban.
Su significado podría interpretarse de varias maneras, pero principalmente era debido a considerarse en la época el matrimonio como sagrado e indisoluble, su propósito real era crear un ambiente de animadversión hacía estas posteriores bodas y/o “arrejuntamientos”, y su finalidad burlarse y/o ridiculizar a la pareja.
Solía hacerse generalmente durante las noches, los vecinos se reunían ante la puerta de los “novios”, haciendo sonar con gran estruendo cencerros, esquilas, cacerolas, tambores, o cualquier objeto ruidoso; también daban varazos en la puerta en incluso apedreaban la casa, entre risotadas y expresiones sarcásticas o humillantes. Los contrayentes debían aguantar estoicamente y sin protestar, pues de lo contrario, tenían garantizada una nueva cencerrada al día siguiente. Pese a que estas manifestaciones estaban prohibidas desde el Siglo XVIII, las autoridades solían hacer “la vista gorda”, permitiendo estas gamberradas y humillaciones.
En El Bronco (pueblo de mi mujer), todavía lo hacían más pesado, pues a continuación simulaban todos los actos de un casamiento entre las bromas y risotadas de los asistentes.
El último que se recuerda allí, fue por los años 50, cuando un joven viudo que trabajaba como ganadero en la dehesa de El Bronco, entabló relaciones amorosas con una moza soltera, cosa que ahora sería lo más natural, pero que entonces no debía estar bien visto, pues tuvieron que someterse al bochorno de la citada tradición.
Cuando en el pueblo se enteraron, decidieron seguir la costumbre de darles la correspondiente “campanillá”. Para ello partieron en multitud hasta la choza que habitaban, arrastrado como complemento una pesada carreta al tiempo que con gran algarabía, hacían sonar cencerros y cacerolas. Aunque en principio los “homenajeados”, mostraron resistencia, rogaron y suplicaron; no tuvieron más remedio que subir en el carro y recorrer con el acompañamiento la distancia que les separaba del pueblo, transitar por sus calles y someterse a la simulación la boda.
Conocí en los años 70, en Piedras Albas, a las “estrellas” de esta pesada costumbre, eran un matrimonio encantador, que me narraron este penoso episodio con humor, tal como lo cuentan en el pueblo, sin que se adivinara en ellos el menor asomo de malestar o rencor, pese a la vergüenza y humillación que debieron sufrir.
Por suerte estas pesadas bromas, como otras muchas, ya han caído en el natural desuso, cosa que me parece normal.
Saludos
Sixto Rivas
Estimado Sixto: estupendo el contenido de su texto. Muchas gracias por el tiempo que nos ha dedicado. Ha sido un gusto. Desde Eibar, un abrazo. Salud.
Gracias por su repuesto.
Si pasa por El Bronco, será bien recibido
saludos
Sixto
Si pasa por El Bronco, será bien recibido
saludos
Sixto
Amigo Sixto: muy agradecido a su atención. Aunque me cae algo lejos, he localizado la situación geográfica de El Bronco así como los comentarios con los Vd. anima la página del pueblo. Cerca de esa zona pasé entre los años 80 y 90 del pasado siglo.
Recuerdo que a mediados de los 80 estuve en Villanueva de la Sierra para hacerme con un líquido crecepelo que estaba por entonces de moda. También he estado en varias ocasiones en Ovejuela que tenía una cascada que daba vida a un lugar que conocían por "Chorritero" y cuyo camino de ascensión se encontraba perfectamente señalizado por un personaje singular que atendía por "Gijón" y que -curiosamente- caminaba descalzo. Supongo que -al cabo de los años- aquel pequeño paraíso ya habrá sido "machacado" con la basura/porquería que suele ir dejando el ser humano tras su paso.
En cualquier caso, ha sido un gusto el conocerle, Sr. Sixto. No apague Vd. sus luces y continue con sus simpáticos textos... y quién sabe... si en alguna me acerco por ahí y pregunto para poder saludarle personalmente
Recuerdo que a mediados de los 80 estuve en Villanueva de la Sierra para hacerme con un líquido crecepelo que estaba por entonces de moda. También he estado en varias ocasiones en Ovejuela que tenía una cascada que daba vida a un lugar que conocían por "Chorritero" y cuyo camino de ascensión se encontraba perfectamente señalizado por un personaje singular que atendía por "Gijón" y que -curiosamente- caminaba descalzo. Supongo que -al cabo de los años- aquel pequeño paraíso ya habrá sido "machacado" con la basura/porquería que suele ir dejando el ser humano tras su paso.
En cualquier caso, ha sido un gusto el conocerle, Sr. Sixto. No apague Vd. sus luces y continue con sus simpáticos textos... y quién sabe... si en alguna me acerco por ahí y pregunto para poder saludarle personalmente
Amigo Koldo
También suelo ir (especialmente en verano) a La Cumbre, donde nací y es originaria toda mi familia, pues conservamos la modesta casita de mis antepasados y es agradable pasar un rato con familia y amigos, aunque haga más calor que por la parte Norte de la provincia.
Villanueva está a 10 kms., y Amador el del “crecepelo”, lo conozco desde antes de ser famoso y también probé su invento, con nulos resultados.
Ovejuela y toda esa zona que menciona (muy bonita), la conozco bien, pues residí unos años en la Sierra de Gata. Puedo decir que todavía no está muy castigada por la huella del “Ecce homo”; lo peor los incendios forestales.
Un saludo
Sixto
También suelo ir (especialmente en verano) a La Cumbre, donde nací y es originaria toda mi familia, pues conservamos la modesta casita de mis antepasados y es agradable pasar un rato con familia y amigos, aunque haga más calor que por la parte Norte de la provincia.
Villanueva está a 10 kms., y Amador el del “crecepelo”, lo conozco desde antes de ser famoso y también probé su invento, con nulos resultados.
Ovejuela y toda esa zona que menciona (muy bonita), la conozco bien, pues residí unos años en la Sierra de Gata. Puedo decir que todavía no está muy castigada por la huella del “Ecce homo”; lo peor los incendios forestales.
Un saludo
Sixto