Sí, Manchega. Yo también fui uno de esos niños que mencionas. Esos que jugaban y merodeaban por la zona más baja del pueblo, por La Lisea, El Pasil y sus alrededores. Era un sitio favorito, casi mágico para muchos de nosotros y en el que pasábamos mucho de nuestro tiempo libre. Tiempo que, a veces, hurtábamos a nuestras tareas escolares y "deberes familiares" (teníamos que llevar y traer vacas a los prados, ordeñar, ir a regar...). Seguro que muchos de vosotros sabéis de lo que hablo y recordáis
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La Lisea, Dios mío, cuánto tiempo ha pasado desde que dejamos de ver la frondosidad que le daban esos enormes chopos que luchaban por alcanzar el Sol. Indudablemente la mano del hombre modifica el
paisaje unas veces para bien otras para mal, según se mire.
Los que crecimos en las
calles de nuestro
pueblo, recordamos estar todo el día en la
calle y muchas " pandas" de niñ@s jugando entre ellas. No veía nos tanta televisión y no teníamos video
juegos ni consolas ni, por supuesto, teléfono móvil. La
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