RELATOS AL
ATARDECER-CCCXXVIII
LA ROSA Y EL AMARANTO. En una
calle muy frecuentada por la gente se hallaba un
jardín lleno de amarantos y, muy cerca de él, un jardín de hermosas y grandes rosas.
El amaranto observaba cada día con gran envidia y admiración a las rosas del jardín vecino, hasta que un día se animó a expresa su fascinación por ellas."Qué encantadoras sois" Todo el mundo os aprecia, admira y desea teneros. Que daría yo por tener vuestra belleza y exquisito aroma, les dijo el amaranto.
Unos
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