¡Me habré bañado veces en ese charco! Cuando el agua era agua y el vino, vino. He dormido por el día y las noches en su orilla… y he compartido el duro manjar de una gallina vieja con mi buen LB. Todo ello, a pesar de la llamada del ocio en días de fiesta. He tocado la guitarra para mi mismo y he cantado al impresionante silencio que se mamaba en la orilla. A veces, no había esperanza que se posara sobre el onírico sueño una bella Dulcinea. Pero ¡que más dio! Que no hubiese lobos que aullasen cuando
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Desde "El Charco de la Isla", te mando mi reconocimiento esta
noche, PC. Magistral tu descipción de la niña del
trillo, con esa fina ironía, de la que pocos pueden ejecutar, compara usted dos terrenos antagónicos, el ambiente duro y asfiasante del trabajo en
la era, con otra actividad lúdica-deportiva a la que asemejo más la
foto, a mi que no me digan que la niña- moza no se montó en el trillo para que le hicieran la foto. Su concatenación de frases se me asemejan mucho a aquello que alguna vez escuché
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