¡Qué guapas y elegantes! ¡Y cómo me gusta esa transmisión de la fe y la tradición a las hijas! Me ha recordado la foto que, cuando yo era niña, solíamos estrenar vestidos en las fiestas y, aunque el calor era igual que hoy, para ir a misa y a la procesión, si el vestido era de tirantitos, llevábamos una rebeca. Y el banico en la mano, claro. Lo veíamos tan natural, como hoy asistir a una boda con tacones de aguja; molestan, pero ni se piensa en ello.