UNA ESPERA QUE DESESPERA
Desesperado de tanto esperar a las voces ausentes
Nuevamente queda en silencio el silencio
Me recosté en una esperanza para soñar la vida
Y descubrí que para morir ahogado
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¡Ay! D. FRANCISCO
Muy desesperado debes estar, pues no es en ti habitual que a la 17:32 asomes por esta
ventana. Entre el desvelo que te causan los ausentes, en tus horas diurnas; y el desvelo que te causan los mosquitos, en tus horas
nocturnas; no encuentras tiempo para el sosiego; ¡he ahí tu desesperación!
Me reclamas cada día,
cada minuto,
cada instante,
cada momento.
No me dejas ni afinar el instrumento.
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