Es que los entierros han cambiado muchísimo en la forma, no tanto en en el fondo. Recuerdan estás infantiles retinas, pupilas o "niñas", que llevan algún tiempo con nosotros, que cuando salíamos con la
Cruz procesional revestida de rigurosa manga negra, desde que salíamos de la
iglesia camino de la
casa del difunto, todo el mundo se levantaba y se despojaba de sus gorras o sombreros, la expectación residía cuando llegaba el cura, los gritos logrando que despertaban aquellas mujeres de buen llorar,
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