Para su confección se utilizaban todo tipo de tejidos más o menos ricos dependiendo de la capacidad económica de su poseedora, desde vastos linos a finos paños y bayetas, pasando por la franela, la sarga, el tafetán, la gasa, el raso o la seda; a veces una misma prenda se confeccionaba con distintos tejidos uno para el anverso y otro para el reverso, por ejemplo
mantillas de raso forradas de tafetán incluso de
colores diferentes. Para sujetarla se usaban frecuentemente broches de plata.