Y es que los entierros de antes no se parecen nada a los de hoy desde el momento que doblaban las campanas. Desde donde estuvieramos, siempre había alguien que te mandaba a callar:
- ¡Callate... que sepamos quién es. Y es que dependiente del numero de toque que daba la campaña grande. se sabia su el difunto era hombre, niño o mujer. A partir de aquí se enpazaba a deslucir quien habria podido ser. El día del entierro, venían un par de mujeres con dos tableras a la cabeza. que se ponian alrededor
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El Sr. Cura vistiendo capa pluvial negra así como la manga de la
cruz procesional, se dirigia al domicilio del fallecido; se procuraba que no asistiera los niños, salvo que el difunto fuera niño o niña; entonces los propios maestros asistirán con los niños de las
escuelas en fila de a dos; pero nadie se daba cuenta que los monaguillos eran niños. Era sobrecogedor, los llantos y gritos cuando llegaba el sacerdotes. No había "oficialmente" plañideras, pero había gente que lloraban muy bien y se encontraban
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