Uno de los monjes que estaba escuchando le dijo que en un antiguo
monasterio en la
montaña, del que solo quedaban unas
ruinas, se oía cantar un bonito miserere todas las
noches. El romero, emocionado por esta noticia, decidió partir en busca de este monasterio para así acabar con el trabajo pendiente. Poco tiempo después de llegar, vio como las paredes del monasterio se reconstruían ante sus ojos, y como los cadáveres de algunos monjes salían de su tumba. Escucho la melodía, pero se dio un golpe
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