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MEMBRIO (Cáceres)

También nos encontramos con un zorro
Foto enviada por bae

Y por la mañana, el cuervo desde su nío vido un ese,
y dice:
– ¡Ya, qué buen banquete me voy a dar esta mañana!
Pero el cuervo, como muy tuno, no se fiaba, porque la zorra
tenía un ojo abierto. El cuervo iba acercándose, echaba un paseíto
para un lado, otro paseíto para otro, hasta que se aseguró de que
estaba muerta. Y cuando ya se acerca y la da un picotazo en el ojo,
va la zorrita y le agarró, le cogió del pescuezo, y empezó a darle,
venga darle, venga darle (acción de zarandear, que imitan sus
nietos), le dio un meneo, hasta que le quedó sin una pluma. Y ya
que le quedó sin una pluma, fue y le tiró, dice:
–Anda, que te haga el sastre otro vestido, que este ya le tienes
viejo. ... (ver texto completo)
–En el suelo me quiero yo ver.
Así que la montó en sus alas tamién y la trajo hasta ahí, a esta
cerca del Risco, cerca del nido del cuervo. Y sus zorrinos se pusieron
muy contentos al verla, le preguntaron que dónde había estado...
Hija mía, y cuando allega dice que estaba muy malita, que va muy
mala, que llamaran al médico.
Llaman al médico, que era un burro. Llaman al burro y dice
que de una hora a otra tendía las cuatro patas. Así que ella dijo
que, antes de morir, que la llevaran a la ... (ver texto completo)
Pues venga volar, venga volar, allegaron a la torre y se sapearon. Y
dice el cuervo:
–Pues semos los primeros.
Pues la zorra, como muy guta, se enreó en coger grillos, se fue a
grillos, y mientras, el cuervo dio una volá y se vino sin ella. Hija
mía, la zorra, de que se ve allí sola, mete mano a llorar, venga
llorar, que a ver cómo se iba a sapear ella. Cuando, acude un cigüeño
y la pregunta que qué la pasa, y le contó lo que le había pasao con
el cuervo, dice:
–Pues venga, a ver dónde quieres ... (ver texto completo)
Pues hija, el cuervo no sabía dónde la iba a soltar, dice:
–A ver dónde la voy a llevar.
Ya alcanzaron a ver una torre, vido una torre muy alta, muy alta
y muy lejos.
–Allá vamos.
Y montó en sus alas, montó y se agarró muy bien agarrá del
cuello del cuervo, ¿verdad, Ana? Y empezaron a volar y a volar. Y
ya que iba mu alante, iba muy cansado, el cuervo se sacudía y empezó
a menearse, venga menearse, y dice la zorrita:
–Cuervecito, cáete cuando quieras que, cuando tú te caigas, me
caigo yo.
Y bueno, la zorra abrió tres cuartas de ojo, y dice que sí, que se
va. Va y se lo dice a sus zorrinos. Hija mía, se puso muy contenta,
se arregló enseguía. Así que viene y dice el cuervo:
– ¿Ya estás arreglá?
–Sí.
–Pos, hala, ámonos, monta aquí.
Dice:
–Pos a tos las zorras de la comarca las han avisado con tarjeta.
Pues te aviso yo, que soy el padrino, si te quieres venir conmigo,
yo soy el padrino.
Y dice la zorra:
– ¿Y qué se va a comer?
–Se van a comer saltamontes, lombrices empavonadas y tortilla
de víboras.
EL CUERVO Y LA ZORRA

Esto que era una vez, que era un cuervo que tenía el nío ahí en
el Risco, en la Pedriza del Risco ese vuestro. Y un día se
estaba alisando mucho las plumas, venga alisarse, venga
alisarse; y pasó una zorrita que tenía allí la madriguera, y dice:
–Cuervecito, ¡paece que te alisas más que de costumbre!
–Porque voy a bodas al cielo.
– ¿Y quién se casa?
–Se casa una cigüeña con un cigüeño, ¿no te han avisao? ... (ver texto completo)