AMOR VERDADERO
Era una mañana agitada aquel día en que un caballero, que tenía alrededor de 80 años, se presentó para que le quitaran los puntos de una herida en su pulgar. Manifestó que estaba apurado porque tenía una cita a las nueve.
Le dije que tomara asiento, sabiendo que debería esperar más de una hora para que alguien pudiera atenderlo. Lo observé mirando su
reloj y decidí que, como no estaba ocupada con otro paciente, lo atendería yo misma. Mientras me ocupaba de su herida, nos pusimos
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