LA SIEGA.
El nudo que se daba a los atillos (maestría inigualable, ADP) de forraje eran igual que los del trigo, cebada y avena. Para el centeno o forraje al estar verde y flexible no había que hacer nada especial, pero para el trigo, cebada y avena sí, se segaba las plantas más altas dejando el rastrojo bajo y se hacía un montón, se les rociaba con agua y se tapaban con una manta vieja, saco o costal para evitar que le diera el sol y conseguir que fueran flexible, el montón se ponía a la sombra
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Bueno, Virgo, una clase magistral sobre la siega; ¡que bien la has descrito!: ¡claro!, es una pena que “educación para la ciudadanía” prefiriera enseñar a los alumnos cuál era la forma de colocarse un profiláctico antes que enseñar como atar un “jace”, ¡qué vulgaridad!. Has elegido el momento adecuado (
San Isidro Labrador), aunque aquí, desgraciadamente, ha ocurrido lo mismo que cuando se cierra una
mina; eso sí, todavía nos queda el testigo irreductible: “La Comarcá”.
Un saludo