Tango Doña Virtudes.
Pobres amas
las que tiene que sufrir
a esas truchas
de criadas de servir;
porque si una no tiene
por las mañanas mucho de acá,
crea usted, caballero,
que la dividen por la mitad.
El domingo pasao
a un pendón que es de al la de Bilbao,
el permiso la di
para ir al teatro Madrid;
y le dije en la escalera
cuando ya se iba a marchar:
"Cuidadito que te vengas
así que se acabe,
por si hay que fregar".
Usted se figura que vino a las ocho,
que vino a las nueve, que vino a las diez,
pues vino a las doce con un artillero
y dijo el grosero
con tono altanero:
"Señora Virtudes
dispénsela usted".
Tuve otra
que era de Valladolid,
y tenía unos bigotes así.
Y mi señor marido,
que es peluquero por afición,
me dijo: "A ésta la pago
con la navaja y con el jabón".
Pues, al mes no cabal
me faltó un cucharón de metal
y una falda de tul
que hallé registrando un baúl.
Me faltaron dos pendientes de azabache superior,
y, por fin de tantas faltas,
faltóme mi esposo, que fue lo peor.
Después tuve una que a poco me pega;
después tuve otra que sí me pegó,
y, en fin, tuve una tan buena persona,
que friega, que barre,
que lava, que cose,
que plancha, que guisa,
porque esa soy yo. ... (ver texto completo)
Pobres amas
las que tiene que sufrir
a esas truchas
de criadas de servir;
porque si una no tiene
por las mañanas mucho de acá,
crea usted, caballero,
que la dividen por la mitad.
El domingo pasao
a un pendón que es de al la de Bilbao,
el permiso la di
para ir al teatro Madrid;
y le dije en la escalera
cuando ya se iba a marchar:
"Cuidadito que te vengas
así que se acabe,
por si hay que fregar".
Usted se figura que vino a las ocho,
que vino a las nueve, que vino a las diez,
pues vino a las doce con un artillero
y dijo el grosero
con tono altanero:
"Señora Virtudes
dispénsela usted".
Tuve otra
que era de Valladolid,
y tenía unos bigotes así.
Y mi señor marido,
que es peluquero por afición,
me dijo: "A ésta la pago
con la navaja y con el jabón".
Pues, al mes no cabal
me faltó un cucharón de metal
y una falda de tul
que hallé registrando un baúl.
Me faltaron dos pendientes de azabache superior,
y, por fin de tantas faltas,
faltóme mi esposo, que fue lo peor.
Después tuve una que a poco me pega;
después tuve otra que sí me pegó,
y, en fin, tuve una tan buena persona,
que friega, que barre,
que lava, que cose,
que plancha, que guisa,
porque esa soy yo. ... (ver texto completo)