¡Qué alegría me da ver a estas dos señoras! Me alegra un montón verlas tan bien. Qué buenas son y que buenos recuerdos tengo de ellas. Un beso enorme a las dos.
Mirando esta
calle de
Membrío y a estas dos mujeres, me es muy fácil recordar aquellas
calles pobladas de vecinas sentadas en las
puertas de sus
casas y el corrillo que se formaba en el
rincón de la calle (otra calle) mientras cosían al compás de una sintonía de la radio. A todas las apreciaba mucho, pero para mí hubo una que fue especial, más que vecina era la abuela que yo tenía en Membrío. Muchas veces, sin que yo se lo pidiera, hizo por mí las tareas que mi madre me mandaba y muchas otras sé
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