LA ROSA Y EL CARDO
Habìa una vez un
campo lleno, llemìsimo, de cardos. Allì estaban todos con sus pinchos creciendo al sol tranquilamente. Nunca pasaba nada nuevo, hasta que un dìa, entre ellos, empezò a crecer un capullo desconocido, porque se ve que el viento habìa llevado hasta allì una semilla nueva. Era un tallo verde, diferente.
Fue creciendo, creciendo, hasta convertirse en una
flor roja, reluciente, aterciopelada. Los cardos no lo sabìan, pero se trataba de una rosa.
Uno de los cardos
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