A los buenos días. Tan temprano al rosario, ¡Jesús, Jesús………vas a terminar como el rosario de la aurora!.
“Acabar como el rosario de la aurora”.
Es una de esas frases hechas que todos hemos escuchado infinidad de veces e incluso seguro que hemos llegado a utilizar. Se usa para referirse a un hecho o suceso que sabemos o presentimos que va a acabar mal. Pero… ¿de dónde proviene esta famosa expresión?
Lo primero que debemos tener en cuenta es que la aurora a la que se refiere la expresión no es el nombre de mujer, sino al momento que precede inmediatamente a la salida del Sol. Hay infinidad de versiones sobre el origen y según al historiador que se consulte encontraremos una explicación y versión diferente, pero eso sí, todas tienen como denominador común que proviene de un rosario que se rezaba en algunos lugares y aún se reza y de madrugada sobre las cinco de la mañana y en procesión por la calle. Lo que no se sabe con una fiabilidad es cómo acabó realmente el Rosario de la aurora y porqué. Para aclarar dudas seleccionamos explicaciones fiables por expertos que lo avalan.
Había conflictos, si tenemos en cuenta que a la hora de salir el rosario solían andar las rondas de jóvenes pendencieros por las calles, y que hasta no hace mucho eran frecuentes en España las confrontaciones por motivos políticos o religiosos.
Dicen que en Andalucía (Cádiz) existía una cofradía a la que llamaban “el Rosario de la Aurora” por su costumbre de alargar el rezo del Rosario hasta altas horas de la madrugada. El alguacil prohibió sus rezos debido al escándalo que hacían por la calles. Los cofrades se negaron, e intervino la fuerza pública, parte de los vecinos se pusieron de parte de los cofrades y empezaron a arrojar a los policías cosas desde las ventanas. La policía entro en las casas desalojando a los vecinos hasta la Plaza Mayor, donde se lió otra revuelta El alguacil pertenecía a otra cofradía, y debido a la popularidad que estaba cogiendo la de la Aurora (y esas rivalidades tan andaluzas), decidieron boicotear el rezo, armando follón con cencerros, y claro, se lió la de Dios.
Corrían los primeros años del siglo XIX cuando en Madrid se veneraba a Nuestra Señora de la Aurora. Se sacaba una imagen de la misma en procesión desde la basílica de San Francisco el Grande y, debido a lo temprano de la hora, la procesión iba alumbrada por faroles.
También salía en procesión la Virgen del Henar, suponemos que en las fechas de Semana Santa, y ambas imágenes se encontraron en una calle por la que no podían pasar a la vez. Los portadores y procesionarios de cada lado se enzarzaron en una discusión que debió avergonzarles y les llevó a las manos. Y así acabó aquel rosario de la Aurora (de Nuestra Señora de la Aurora) a farolazos y golpes.
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