Jacinta empezó a enfermar por las mismas fechas que su hermano. Sin embargo, su calvario -que no le fue anunciado por Nuestra Señora- fue más largo y se prolongó hasta el 20 de febrero de 1920. Con la muerte de Francisca se cumplió la promesa que a ella y a Francisco les hizo la Virgen: «Tendréis mucho que sufrir, pero la gracia de Dios será vuestra fortaleza».