Ese día fue un buen día de primavera y cuando descansábamos junto a una cancilla en la entrada de una finca cerca del Salor llegó un colmenero con una furgoneta para darle de comer a las abejas y nos dijo: ¿Son ustedes los dueños de la fina?, la repuesta fue no pero puede ser que algún día lo seamos, "Quien sabe".