San Isidro tuvo un gran amor por los animales y su relación con éstos también desembocó en otro capítulo milagroso. Un día que había nevado nuestro protagonista se dirigía al molino cargando sobre sus espaldas un pesado saco de grano. De camino sintió pena por un grupo de pájaros que, por culpa de la nieve, no eran capaces de encontrar su alimento en el suelo así que decidió compartir con ellos parte del cereal que cargaba. Cuando llegó a su destino descubrió con asombro...