RELATOS AL ATARDECER-CCLXXIV
EL INVENTARIO DEL ABUELO. Aquel día lo vi distinto. Tenía la mirada enfocada en lo distante. Casi ausente. Pienso ahora que tal vez presentía que ese era el último día de su vida. Me aproximé y le dije. Buenos días, abuelo. Y él extendió su silencio. Me senté junto a su sillón y, después de un misterioso instante, exclamó: Hoy es día de inventario, hijo. ¿Inventario? pregunté sorprendido. Sí, el inventario de las cosas perdidas, me contestó con cierta energía y, no sé...