CAYETANO GOLFIN LE NEGO EL PAGO de los 600.000 reales, pero le ofreció una vajilla de plata de su propiedad, valorada en dos millones de reales. Esto conmovió al mariscal, que perdonó la vida del corregidor y de los cacereños. Para celebrarlo, decidieron tomar una copa de vino y un sopicaldo. En pleno ágape, el mariscal preguntó si podía llevarle una de esas copas a Napoleón y evidentemente, el marqués aceptó.