Un estudio ha comprobado que los escarabajos conocidos como aceiteras llevan usándose en la medicina y en otras fórmulas desde las primeras incursiones humanas en la Península Ibérica.
Presenta en sus tejidos cantaridina, un compuesto orgánico muy tóxico que es expelido ante cualquier amenaza. Históricamente, esta sustancia se ha empleado en medicina y veterinaria en el tratamiento de afecciones de la piel, pero también como afrodisiaco e, incluso, como un potente veneno.