(10). VIEJA, RECORDABA LA JUVENTUD.
Ya vieja, marcada por la arruga de las heridas, recordaba la juventud, los pocos días de amor que vivió con el señorito. Pensaba qué no daría por empezar de nuevo a pasear por la arena de una playa blanca, por escuchar de nuevo: ‘Esta niña que llega tarde a casa’. Y escuchar ese grito de su madre, pregonando su nombre en la ventana mientras ella deshojaba primaveras por la calle Mayor y por la plaza.