A PARTIR DE MEDIADOS DEL SIGLO XIX con la introducción en España del ferrocarril, la trashumancia se realizó en trenes de mercancía, perdiendo de modo drástico todo el valor cultural y su perfil romántico. Más tarde, el tren fue sustituido a su vez por el transporte por carretera en camiones ganaderos. A pesar de ello, todavía en los años 1950, un importante sector de la economía ovina, en especial el de merinos continuaba realizándose a pie.