Recuerdo que antes de la
foto me entró ganas de cagar y fui al
huerto de los señores. Al bajarme los calzones, los tirantes de trapo que estaban cosidos por detrás, también se bajaron y luego no fui capaz de metérmelos debajo del jersey. Menos mal que no arrastraron materia. Mi abuela Frasca me riñó muchísimo por haber sido tan desidioso para tan insigne ocasión. ¡Con lo que le gustaba a ella salivarse los dedos y atusarme el flequillo!.