El tiempo, al igual que hace siempre, termina volando, y sólo me quedó aquello que viví intensamente y las ganas de volverlo a revivir, con independencia de que también me trajera para casa algún kilito de más.
¡Qué vida llevas, Tomás!, ¡cómo se nota que no está la Hili!, me decían. Ahora no tenía disculpas, no tenía que subirme a la terraza ni irme al alto del Santo para hablar por el celular; tenía repleta la cobertura, pues ya se encargó... FRANCISCO, sus caras, lo dicen todo. Besos Basta ver el reflejo de sus ojos
Ausente, confundido y nostálgico
El corazón no miente
Gritando en silencio
Extrañando y en agonía
Lo noto libre y preso de la melancolía
Pateando piedras por las calles
El celular no suena... Es que como mira a HILI no puede mirar a nadie...
PA DEHMADRÁAAAAH, ya llega con las de atrasssssss... Debía haber buena música...