Hubo un rey cristiano que, en una incursión de sus tropas por estas tierras de Cabeza el Buey, cuando eran tierras de infieles1, hizo prisionera a una hermosa muchacha mora. Atraído por su belleza le perdonó la vida para hacerla su sierva. Ella, no obstante, jamás se avenía a obedecerle.
Una noche de invierno, aprovechando la oscuridad y la ausencia de su dueño, se decidió a escapar del castillo. Aterida de frío, vagó y vagó toda la noche. Al amanecer,... Ahora la vemos a puestas de bares y restaurantes... lo que cambian los gustos con los tiempos. SALUDOS.