Alguna vez escuché decir a un naturalista que
felicidad es lo que miramos, a veces la mirada y las palabras crean un mismo
paisaje. Este poema es un ejemplo de ello. Agradecimiento al autor.
Cuando llega la
primavera,
Tiñe los
campos de
colores
Y las tórtolas los deleitan
Con sutiles
juegos de amores.
Las
cigüeñas hacen gazpacho
Palmeando picos por tambores.
¡Cómo me gusta contemplarlas
Subidas en las altas
torres!
Las abejas van laboriosas
Columpiándose entre las
flores.
Las hormigas ganan la fama
de incansables trabajadores.
El croar de las ranas en
charcas
Suena en el fragor de las
noches.
Y los grillos con sus guitarras
rasquean por los alrededores.
El búho aguardando en su
nido
Rey es de trasnochadores.
Y hermosas son las abubillas,
obviando sus viles hedores.
Las águilas planean grandiosas
Con vuelo de depredadores.
Pasan jilguerillos cantando,
Que en belleza son los mejores.
Y el canto de las golondrinas
despierta a los madrugadores.
Yergue el venado su cabeza,
Muestra en las puntas sus honores.
Un zorro duerme en su zorrera,
La liebre corre que te corre.
Crece la simiente sembrada
Muy al gusto de los labradores.
Los campos reponen su
caza,
Gran gozo para cazadores.
Los peces repoblando los
ríos
serán ganancia de pescadores.
Ya se observa en burros y
ovejas
La tijera de esquiladores;
y en el resonar de los cascos
el martillo de los herradores.
Las niñas ajan margaritas:
“Ahora síes; mas luego, nones”.
“ ¿Dónde estará su príncipe azul?
¿Cuál será su agraciado nombre?”
Si atractiva es la
juventud,
más lo son sus ojos seductores.
Primaverita de mi
pueblo,
tu recuerdo causa dolores:
¡Añoro tanto tus fragancias,
y tanto tus dulces olores...!
Manda un poquito de tu brisa,
Cerradita en lacrado sobre.
La
calle en que vivo se llama:
“Un sueño para soñadores”.
Mándalo en
correo tan veloz,
que venga directo...
a los corazones.