MEMBRIO: HOJA PARROQUIAL MEMBRíO 17 Junio 2.007 Noº 17 ...

HOJA PARROQUIAL
MEMBRíO
17 Junio 2.007
Noº 17

JESUS ¿QUIéN ERES Tú?

Es esencial en todo cristiano, conocer a Jesús, seguirlo y sobre todo “amarlo” (ser “amigo” de Jesús en persona).
O intimamos con Cristo o no hemos calado lo que es ser cristiano.
¡Cuántos libros se han escrito sobre Jesucristo! Pero ahora no me refiero a leer libros sobre la persona de Jesús, sino a tratarlo en directo, de tú a tú.
Jesús no llega a nosotros como otro personaje histórico, que vivió en una época y nos dejó sus ideas, su doctrina, su ejemplo, etc etc. Jesús llega a nosotros con vitalidad actual, con presencia incluso física y viviente en el momento de nuestra propia existencia y en el lugar concreto de nuestro propio terreno.
Cristo existe y VIVE ahora y aquí y dichosos los que lo tratan y lo siguen con sincera y consecuente amistad.
Cristo está a nuestro lado... Es necesario, es urgente que lo descubramos, que lo palpemos... Muchas veces nos pasa como a los dos de Emaús... Iban hablando con él y hasta el final no se dieron cuanta que era El. También a tu lado va Jesús...óyelo.
¿Cómo es Cristo?. No como unos u
otros se lo imaginan, sino como es en
Realidad.
Es perfecto Dios y perfecto hombre.
Nadie tan humano como Jesús... Nadie tan cercano y amable como Jesús.
¿Has intentado tú, personalmente,
Pararte en tu interior para “hablar ” con él?
De verdad, ¿le has contado a él personalmente tus penas y alegrías, tus tristezas e ilusiones, tus... Interioridades, que él ya conoce y comprende?
Pienso que nuestros mismos actos de culto, o de piedad, adolecen muchas veces de falta de trato con él, aunque por otra parte estemos “rezándole”, como a ser lejano, cuando está tan cercano, que está en nuestro propio corazón... Y hasta, fíjate qué disparate, hasta cuando lo recibimos personalmente en la Comunión, lo recibimos como si realmente él no estuviera consciente de nuestra persona o estuviera distraído y sin pensar en nosotros.
¡Si un día nos diéramos cuenta, lo que se dice darnos cuenta, de que al recibir la Comunión, él se nos entrega lleno de fuego, que es amor incontrolable, hacia el que lo recibe...!
¡Qué bien nos viene que para caer en la cuenta y tratarlo como amigo, qué bien nos viene, digo, la ayuda y presencia maternal de su Madre y Madre nuestra!
Si somos amigos de Jesús, TODAS nuestras obras serán llenas de VERDAD Y DE VIDA.

ESCRIBE UNA MAESTRA

He leído un artículo histórico que me ha parecido interesante y hasta emocionante.
. Dice en la carta: "Con frecuencia pienso que muchas calamidades ocurridas hoy en la Iglesia provienen de la desorientada preparación para las Primeras Comuniones. Es preciso que los niños aprendan a tratar con Jesús, escondido en el Sagrario y en sus propios corazones. Para conseguir esto, será muy bueno que hagan comuniones espirituales, y estén recogidos en sí mismos. Si no se te ocurre nada que decir a Jesús cuando le visites - explicaba yo a un niño - quédate calladito y atento. Verás como se te ocurre algún pensamiento bueno y como haces algún buen propósito. Es que Jesús te habla, cuando tú callas y le escuchas..."
Uno de esos discípulos es Aurelio, el protagonista de esta presente historia. Si durante su infancia y juventud la práctica de fe sufrió algunos eclipses por pereza o por lo que fuere, ahora camina hacia el matrimonio con la mirada limpia, la Misa dominical, que nunca falta, la comunión de cuando en cuando, las oraciones de la noche, la fama de chico bueno en todo el pueblo. Esa misma sinceridad con que él procura acomodarse a las exigencias de su fe le revela una verdad dolorosa: su padre, Don Eduardo Méndez, desde hace algunos años, cuando en casa se reza el Padre nuestro, contesta con los demás. Danos hoy nuestro pan de cada día... Luego baja la voz y...¡no reza al Padrenuestro hasta el final".
Aurelio cree adivinar el porqué: Don Eduardo tiene un hermano llamado Leopoldo con quien esta reñido, a causa de las particiones en la herencia del abuelo.
Tampoco Leopoldo quiere nada con Eduardo y en consecuencia las familias de ambos hermanos se han distanciado hasta el punto de que los hijos de cada una ni siquiera se atreven a pronunciar el nombre de su tío para no disgustar a sus propios padres. Es una situación lamentable, indigna de cristianos. Y para el colmo el mal trasciende y escandaliza a los vecinos.




Aurelio intuye que el primero en romper la cordialidad fraterna fue Eduardo, su padre, envidioso de la parte recibida por Leopoldo, y emperrado en que el mismo Leopoldo maquinó las operaciones del testamentaría.
Éste responde al desprecio con el desprecio, al rencor con el rencor, y así ahora - piensa Aurelio - ninguno de los dos hermanos puede rezar el Padrenuestro hasta el fin.
Sigue pensando el noble joven :"Si el día de mi boda, yo los viera reconciliados y abrazados... No podrían hacerme regalo mejor para mi boda".
Y su cariño filial le sugiere un buen propósito. "Hablaré con mi padre... Con solo el nombre de Leopoldo, se pone mal humor. Pero... Esta situación debe terminar cuanto antes: ¡que los dos hermanos puedan rezar completo el Padre nuestro! Ya que Leopoldo fue mi padrino de bautismo, si consigo que lo sea también de la boda, ¡qué alegría para las dos familias, qué estupenda lección para el pueblo! Aurelio cumplió el propósito en cuanto tuvo ocasión oportuna de encontrarse a solas con su padre. Procuró estar muy sereno, muy decidido y le dijo:
- Papá, estoy pensando que todos los de casa nos sentiríamos muy contentos, si cuando me case, podemos rezar el Padrenuestro hasta el fin.
Con acierto de chico listo, que lo es mucho, Aurelio empleó el plural, "si podemos rezar.." que hubiera sido duro decírselo en singular; Si puedes rezar..." Observó que don Eduardo guardaba silencio, como dispuesto a concederle lo que venía a pedirle aquel hijo, tan querido, Se sintió mas seguro de sí mismo y terminó así:
- El tío Leopoldo fue mi padrino de bautismo. Invítale ahora a que sea mi padrino de boda, sería la manera más maravillosa para que termine la tensión entre las dos familias y así todos, papá - lo dijo poniendo mucho cariño en la mirada y en el tono de voz - podríamos rezar el Padrenuestro hasta el fin.
Eduardo se siente subyugado ante aquel rasgo de su hijo. Muy gratamente subyugado, al verle tan cristiano y... Tan valiente. No se le ocurre negativa alguna. Sólo propone una dificultad, como quien recibe un mandato y, sin fuerzas para desobedecer, presenta excusas para no cumplir.
- Bueno Aurelio, pero ... Acaso tu tío no querrá aceptar... Ya sabes que es muy terco...
- Con intentarlo no se pierde nada, papá. Nosotros le invitamos y ... Sea lo que Dios quiera.
- Entonces ¿cuándo quieres que vayamos...?
- Que vayamos no. Es mejor que vayas tú solo, papá. Yo creo que el encontraros después de tanto tiempo, tendréis mucho que hablar los dos, y más queréis estar solos. Tampoco replicó de. Eduardo. Y al día siguiente, después de haber esperado a que anocheciese se encaminó a casa de su hermano pulsó el timbre...
Y la segunda parte nos la contará el próximo día la hija de Leopoldo.