Es improbable que cualquier membrillero no haya cruzado esa plaza, con un buen "peo" o sin el, para ir a casa. De más "patrás" ahí se encontraban los bares de Machado, Fortuna, el Portugués, Casimiro...y para ir a por la "pistola" "anca" el tio José, también había que pasar por el lugar. Más tarde abrió el bar la tia María "la portuguesa" más abajo y correspondía la parada obligatoria. En esa plaza- recuerdo muy oscuramente porque era pequeño- se jugaba a los bolindres, y en medio había un poste de la luz (de chapa) En verano hacía el tio Antonino los mejores helados que yo recuerdo (tengo su imagen grabada dándole vueltas al cacharro, con el hielo entre medias- auténtica artesanía-) Esa plaza tenía unos "gorrones" mucho más bonitos que los de ahora... Y jugábamos a las cuatro esquinas. Felicito al autor porque ha sabido expresar la penumbra tal como yo la conocía. Eso parece que no ha cambiado: el otoño/invierno, el aire moviendo las tétricas farolas, la tenue luz de las mismas, la soledad. Saludos y gracias. Suetonio.