Hace tiempo que no entro por aquí. Dos fueron, básicamente, las razones que me llevaron a desistir: la primera, que anduve entretenido buscando las neuronas que de forma injusta me fueron arrebatadas por la ignominiosa naturaleza; y la segunda, que alguna Jueza- con buen criterio jurídico, a mi elemental entender- tuvo a bien cerrar un tiempo la general página, debido a que algunos (a las pruebas me remito) se dedicaban, al amparo del anonimato, a injuriar a los demás.
Es bonito saber de la gente del pueblo, escribir lo que uno quiera- desde el respeto- e incluso disentir. Lo que no es bonito- creo - es ampararse en el anonimato para calumniar, injuriar, difamar, etc., Evidentemente, tal conducta califica al que la promueve y lo coloca, éticamente, en el lugar que por ordenanza le corresponde. Dicho lo cual...
El que pregunta sobre la identidad de los alumnos de de. Ricardo, lo hace desde la más elemental retórica. Baste preguntar a cualquiera del pueblo, que ande por los 50... Y tantos. Pregunten al Alcalde, por ejemplo, y contestará. Que yo sepa, fuimos más de treinta (30) en las distintas promociones, cada uno de su familia, pero todos gente normal. Lógicamente, los habría más adinerados, más guapos, más listos, etc., como ahora y como siempre, sin que ello supusiese traba alguna para la amistad. Básicamente se estudiaba por libre el bachillerato y era bastante más duro que ahora. Además, si a la persona que nos descalifica le duele no haberse sentado a nuestro lado, en aquellos tiempos, estoy seguro que más de uno de nosotros le hubiésemos cedido muy gustosos el asiento. Yo, cuanto menos, le hubisese cedido hasta los bolígrafos...palizas incluidas.
Reconozco, no obstante, ser el fracasado escolar más grande de la época de de. Ricardo (después me recuperé- si como tal se puede entender estar en posesión de título universitario-) Pero no me voy a suicidar por ello. Otros fracasaron sexualmente, matrimonialmente, patrimonialmente, amistosamente, concupiscentemente; e incluso, el señor de los paupérrimos, ortográficamente (las palabras paupérrimos, detrás, había, tenían, peinársela, queridísima, aquí, más, corazón, suelen acentuarse) Mas eso no es óbice para, desde el anonimato, faltar a los demás ¡ digo ! Al final, la vida es una concatenación de fracasos y de estados emocionales efímeros. Total, para desembocar en el mar. Con lo bonito que es llevarse bien, no tener rencores, ser positivo; tomarse la cerveza donde Machacho y recordar, como bien dice la que me antecede, todo lo bueno que hubo en nuestras vidas.
En fin, que le podemos hacer. Seguiré buscando neuronas, intentando distribuirlas proporcionalmente. Porque, aunque creo que las tengo todas (no estoy seguro) me da la sensación que a veces están desperdigadas por los lugares más insospechados. Un saludo muy fuerte a todos los que sufrimos a de. Ricardo... Y a los que no, también.
Francisco J. Caballero (Paco, para todo quisqui).
Es bonito saber de la gente del pueblo, escribir lo que uno quiera- desde el respeto- e incluso disentir. Lo que no es bonito- creo - es ampararse en el anonimato para calumniar, injuriar, difamar, etc., Evidentemente, tal conducta califica al que la promueve y lo coloca, éticamente, en el lugar que por ordenanza le corresponde. Dicho lo cual...
El que pregunta sobre la identidad de los alumnos de de. Ricardo, lo hace desde la más elemental retórica. Baste preguntar a cualquiera del pueblo, que ande por los 50... Y tantos. Pregunten al Alcalde, por ejemplo, y contestará. Que yo sepa, fuimos más de treinta (30) en las distintas promociones, cada uno de su familia, pero todos gente normal. Lógicamente, los habría más adinerados, más guapos, más listos, etc., como ahora y como siempre, sin que ello supusiese traba alguna para la amistad. Básicamente se estudiaba por libre el bachillerato y era bastante más duro que ahora. Además, si a la persona que nos descalifica le duele no haberse sentado a nuestro lado, en aquellos tiempos, estoy seguro que más de uno de nosotros le hubiésemos cedido muy gustosos el asiento. Yo, cuanto menos, le hubisese cedido hasta los bolígrafos...palizas incluidas.
Reconozco, no obstante, ser el fracasado escolar más grande de la época de de. Ricardo (después me recuperé- si como tal se puede entender estar en posesión de título universitario-) Pero no me voy a suicidar por ello. Otros fracasaron sexualmente, matrimonialmente, patrimonialmente, amistosamente, concupiscentemente; e incluso, el señor de los paupérrimos, ortográficamente (las palabras paupérrimos, detrás, había, tenían, peinársela, queridísima, aquí, más, corazón, suelen acentuarse) Mas eso no es óbice para, desde el anonimato, faltar a los demás ¡ digo ! Al final, la vida es una concatenación de fracasos y de estados emocionales efímeros. Total, para desembocar en el mar. Con lo bonito que es llevarse bien, no tener rencores, ser positivo; tomarse la cerveza donde Machacho y recordar, como bien dice la que me antecede, todo lo bueno que hubo en nuestras vidas.
En fin, que le podemos hacer. Seguiré buscando neuronas, intentando distribuirlas proporcionalmente. Porque, aunque creo que las tengo todas (no estoy seguro) me da la sensación que a veces están desperdigadas por los lugares más insospechados. Un saludo muy fuerte a todos los que sufrimos a de. Ricardo... Y a los que no, también.
Francisco J. Caballero (Paco, para todo quisqui).