
QUERIDO PUEBLO: otra vez llaman a mi puerta las nostalgias del ayer después de dejarte tenia la suerte de visitarte cada verano.Siendo todavía niña pasaba las vacaciones con mis abuelos casi tres meses, tres venditos y maravillosos meses.Los días y parte de la madrugagada transcurrían jugando en tus calles empedradas, mi abuela me decía cuando se enciendan las luces de la plaza te vienes a cenar, luego repetía ``mira que si no viene gorronito y se lleva a los muchachos´´.a veces la cena consistía en los peces que el tío pescaor vendía por las calles recién cogidos de los pantanos de los alrededor un poco de leche miga con pan y azúcar, que sencillo pero que bueno estaba todo.Con estos manjares y con la impaciencia de la niñez volvíamos otra vez a llenar tus calles correteando alborotando alegrando tus noches con risas y juegos.En algunas puertas sobre los aparejo del los burros se tumbaban los hombres a intentar dormir, el calor se combatía bajo la brisa de tus noches, recuerdo al tío Juan en la esquina de su puerta sentado en el suelo callado quizás pensando en el trabajo del DIA siguiente.En otras puertas había un gran corro de mujeres con sus blusas a media manga´sus moños, o sus permanentes recién hechas para cuando llegara la feria, la feria "que importante era la feria", antes de que llegara se preparaban mantecaos y magdalenas de manteca guardada de la matanza del año anterior. Yo vivía todos estos preparativos como una fiesta en si.Muchas veces a la mañana siguiente las mujeres se levantaban muy temprano, tenían que ir a lavar a la ribera, al charco grande etc. Que estampa tan bonita, pero que trabajo tan duro, bonita por la entereza el arrojo y a la vez la alegría con la que hacían el trabajo. A mi me gustaba acompañar a mi abuela y recuerdo como me enseñaba a lavar sobre una lancha, solear, y aclarar la ropa, luego los campos se llenaban de sábanas, camisas y otras prendas tendidas al viento, blanqueadas por el sol ese sol abrasador que quemaba la piel, nos protegíamos con sombreros de paja.Cuando la tarea que era todo un ritual estaba casi terminada buscábamos la sombra de tus majestuosas encinas y comíamos, pan con queso un trozo de chorizo y algún gazpacho.
De todo esto lo que mas me impresionaba era la alegría con que se hacían estas y otras tareas, a pesar de ser trabajos tan duros nadie se quejaba al contrario, las mujeres cantaban durante el trabajo alguna contaba anécdotas graciosas que hacían reír al resto y porque no también confidencias y algún que otro cotilleo.Al finalizar la tarde con la vista puesta en los caminos vigilantes por si algún hombre pasaba jabonaban sus cuerpos y se refrescaban, siempre pudorosas, para que no se les viera mas que lo justo y necesario, porque ni siquiera a las niñas se nos permitía ciertas cosas.
Cansadas pero con la sonrisa en los labios volvíamos a casa. Un vasito de casera ´´ La Antoñita ´´, todo lo fresca que pudiera estar, cuando por frigorífico teníamos el poyo del agua, detrás de las tinajas de beber. Luego continuaban sus quehaceres en casa todo tan rudimentario que costaba doble esfuerzo.
De todo esto no solo aprendí a valorar lo que hoy tenemos, sino, también, a ver el sacrificio, el amor que ponían en el trabajo. La conformidad con que vivían, a no tener más ambición, que llevar con dignidad sus vidas, la honradez con uno mismo y con los demás, el respeto y la ayuda mutua.
¿Cómo no voy a quererte si me enseñaste tantos valores? A través de todas estas cosas y de nuestra gente.
Claro que todo no era maravilloso como todo en esta vida había sus cosas buenas y malas, la diferencia al menos desde mis vivencias es que las alegrías se Vivian intensamente y la hora del dolor, era el calor humano y también el material de todo un pueblo el que te agasajaba. Te confortaba y te acompañaba en los peores momentos.
¿Parémonos a pensar?LIS DE AZUR.
De todo esto lo que mas me impresionaba era la alegría con que se hacían estas y otras tareas, a pesar de ser trabajos tan duros nadie se quejaba al contrario, las mujeres cantaban durante el trabajo alguna contaba anécdotas graciosas que hacían reír al resto y porque no también confidencias y algún que otro cotilleo.Al finalizar la tarde con la vista puesta en los caminos vigilantes por si algún hombre pasaba jabonaban sus cuerpos y se refrescaban, siempre pudorosas, para que no se les viera mas que lo justo y necesario, porque ni siquiera a las niñas se nos permitía ciertas cosas.
Cansadas pero con la sonrisa en los labios volvíamos a casa. Un vasito de casera ´´ La Antoñita ´´, todo lo fresca que pudiera estar, cuando por frigorífico teníamos el poyo del agua, detrás de las tinajas de beber. Luego continuaban sus quehaceres en casa todo tan rudimentario que costaba doble esfuerzo.
De todo esto no solo aprendí a valorar lo que hoy tenemos, sino, también, a ver el sacrificio, el amor que ponían en el trabajo. La conformidad con que vivían, a no tener más ambición, que llevar con dignidad sus vidas, la honradez con uno mismo y con los demás, el respeto y la ayuda mutua.
¿Cómo no voy a quererte si me enseñaste tantos valores? A través de todas estas cosas y de nuestra gente.
Claro que todo no era maravilloso como todo en esta vida había sus cosas buenas y malas, la diferencia al menos desde mis vivencias es que las alegrías se Vivian intensamente y la hora del dolor, era el calor humano y también el material de todo un pueblo el que te agasajaba. Te confortaba y te acompañaba en los peores momentos.
¿Parémonos a pensar?LIS DE AZUR.