Los problemas de Membrío no son diferentes a los de cualquier comunidad española que sufrió una de las mayores convulsiones que puedan darse en un colectivo, en los años sesenta: la emigración.
Decenas y decenas de familias hubieron de levantar su casa y afrontar un duro peregrinar -inhóspito peregrinar en la mayoría de las ocasiones- a la búsqueda de la "tierra prometida" ante un futuro demoledor, incierto, negro.
Calles desiertas, casas vacias. La historia de un pueblo ante el éxodo.
Pienso que colectivamente aún necesitamos la terapia restauradora de tan duro golpe.
A los extremeños se les ha denominado de todas las formas posibles -siempre despectivas-. Y éstos han tenido que levantar su cabeza, pelear, luchar y ayudar a sus familias de aquí y de allá. Debemos asumir esta derrota por mor de una situación medieval en lo económico y en lo social. "Siempre los mismos", es frase repetida.
Muchas y muy buenas cabezas quedaron en el olvido, en la nada. Otras avanzaron pero en otras tierras, en otras culturas. En Membrío "siempre los mismos" dominando, usurpando el privilegio, luciendo tierras y riquezas ante una sociedad convulsionada, pobre, indefensa.
Casi no se puede creer este olvido ante la falta de "garra", de lucha, de imaginación, de pelear por un diferente camino y recorrido. Parece que un sentimiento fatalista siempre atenaza a Membrío: los mejores siempre caen primero. A otros les siguen moviendo la silla "los mismos" (o sus descendientes.
¡Que hartazgo! ¿Hasta cuándo? ¿Hacen falta más convulsiones para aprender de lo pasado? ¿Dónde el liderazgo? ¿Dónde las ganas de lucha?
Pido perdón por decir que son auténticas chorradas discutir a estas alturas quién es, o quién no es; si los petardos de la feria, o el horario de los churros. Lo importante sigue manteniéndose vergonzosamente oculto.
Si una gestión pública es una inutilidad, no solo hace daño al presente, sino al duro pasado y al futuro. El mundo ha cambiado mucho y Membrío está -o debe de estar- en el mundo. No debe renunciar a nada, puede comprometerse en mucho: proyectos, iniciativas, formación y educación, cultura, relaciones nacionales, tradiciones...¿Dónde están los límites? Acaso en seguir pretendiendo vivir de las pasadas rentas o de una población envejecida, dólida, mansa y conformada por lo "ya vivido".
Todos y todas, el Membrío que reside en los límites del municipio y el Membrío de la diáspora deberían encontrarse en este reto: el reto del futuro de la colectividad, explicando las cosas, razonando las soluciones, trabajando con fuerza y honestidad.
En Membrío se encuentran enterrados, no solo personas, sino sueños y esperanzas, ya que otras personas, apellidos, historias, vidas, se encuentran enterradas en los cementerios de la diáspora.
En nombre de todos ellos debemos resurgir como el ave Fénix, de las propias cenizas y ser capaces de afrontar el reto de todos líbremente, sin fronteras ni sometimientos, ni ataduras ¿Será posible, algún dia...?
A Nicolás Cornejo in memoriam.
Decenas y decenas de familias hubieron de levantar su casa y afrontar un duro peregrinar -inhóspito peregrinar en la mayoría de las ocasiones- a la búsqueda de la "tierra prometida" ante un futuro demoledor, incierto, negro.
Calles desiertas, casas vacias. La historia de un pueblo ante el éxodo.
Pienso que colectivamente aún necesitamos la terapia restauradora de tan duro golpe.
A los extremeños se les ha denominado de todas las formas posibles -siempre despectivas-. Y éstos han tenido que levantar su cabeza, pelear, luchar y ayudar a sus familias de aquí y de allá. Debemos asumir esta derrota por mor de una situación medieval en lo económico y en lo social. "Siempre los mismos", es frase repetida.
Muchas y muy buenas cabezas quedaron en el olvido, en la nada. Otras avanzaron pero en otras tierras, en otras culturas. En Membrío "siempre los mismos" dominando, usurpando el privilegio, luciendo tierras y riquezas ante una sociedad convulsionada, pobre, indefensa.
Casi no se puede creer este olvido ante la falta de "garra", de lucha, de imaginación, de pelear por un diferente camino y recorrido. Parece que un sentimiento fatalista siempre atenaza a Membrío: los mejores siempre caen primero. A otros les siguen moviendo la silla "los mismos" (o sus descendientes.
¡Que hartazgo! ¿Hasta cuándo? ¿Hacen falta más convulsiones para aprender de lo pasado? ¿Dónde el liderazgo? ¿Dónde las ganas de lucha?
Pido perdón por decir que son auténticas chorradas discutir a estas alturas quién es, o quién no es; si los petardos de la feria, o el horario de los churros. Lo importante sigue manteniéndose vergonzosamente oculto.
Si una gestión pública es una inutilidad, no solo hace daño al presente, sino al duro pasado y al futuro. El mundo ha cambiado mucho y Membrío está -o debe de estar- en el mundo. No debe renunciar a nada, puede comprometerse en mucho: proyectos, iniciativas, formación y educación, cultura, relaciones nacionales, tradiciones...¿Dónde están los límites? Acaso en seguir pretendiendo vivir de las pasadas rentas o de una población envejecida, dólida, mansa y conformada por lo "ya vivido".
Todos y todas, el Membrío que reside en los límites del municipio y el Membrío de la diáspora deberían encontrarse en este reto: el reto del futuro de la colectividad, explicando las cosas, razonando las soluciones, trabajando con fuerza y honestidad.
En Membrío se encuentran enterrados, no solo personas, sino sueños y esperanzas, ya que otras personas, apellidos, historias, vidas, se encuentran enterradas en los cementerios de la diáspora.
En nombre de todos ellos debemos resurgir como el ave Fénix, de las propias cenizas y ser capaces de afrontar el reto de todos líbremente, sin fronteras ni sometimientos, ni ataduras ¿Será posible, algún dia...?
A Nicolás Cornejo in memoriam.