AMAPOLA: en aquellos tiempos, desgraciadamente, había pocos estudiantes. Yo, era uno de ellos. Mis padres, cuanto menos, podían darme estudios (así se llamaba la cosa) Pero, hete aquí, que los estudios y yo debíamos de ser incompatibles- me dedicaba más bien a las cosas del amor- Esa incompatibilidad trajo consigo que mi Padre- básicamente- no estuviese de acuerdo con mi progreso personal. Y él, pensó que lo mejor para volver a la librería (para mí los libros eran eso) era darme un escarmiento: ¡Si no quieres libros, a trabajar! Evidentemente, lo decía con la boca pequeña- es de suponer que los padres quieren lo mejor para sus hijos- A todo esto, mi madre- ¡siempre mi madre!- sufriendo. Y, aquel verano, dije ¡Pues me voy a trabajar! Conste que, con lo que gané, me compré una guitarra, y me lo gasté en la feria. Como no gané dinero suficiente para que me diese para dos ferias, me dije: ¡Ya no trabajo más en las labores campestres!
Bueno, pues tu tío (He leído que era tu tío) a la sazón, D. Teodoro- encargado de Clavería- conocía bien a mi padre y, a lo que se vio, a mí. Y cuando me vio por allí danzando- como bien dice CARACOL1- me llamó- estaba bajo una encina, no se me olvida ¡Debería hacer una calor de tres pares de c……! – Y me dijo ¡Pero muchacho! ¿Qué haces tú por aquí? Y ahí empezó el relato; le expliqué lo dura que era mi vida y esas cosas. Él me daba consejos; los tópicos: “tienes que estudiar, tus padres quieren lo mejor para ti, etc.,…” Y yo, lógicamente, procuraba- como en las radionovelas- dejar algo para el día siguiente. La verdad es que tengo un buen recuerdo de D. Teodoro. Que conste, que, cuando tenía que “currar”, curraba. Y un día, iba en el tractor con Tomás, mi primo, (Regato) y prendió fuego la carga de haces de trigo que llevaba el remolque. Me di cuenta yo, porque iba precisamente montado en el remolque y a poco me abraso. Perdona el rollo, AMAPOLA. Otro día te cuento mi experiencia aceitunera y altiva, en misericordia. Saludos. PC
Bueno, pues tu tío (He leído que era tu tío) a la sazón, D. Teodoro- encargado de Clavería- conocía bien a mi padre y, a lo que se vio, a mí. Y cuando me vio por allí danzando- como bien dice CARACOL1- me llamó- estaba bajo una encina, no se me olvida ¡Debería hacer una calor de tres pares de c……! – Y me dijo ¡Pero muchacho! ¿Qué haces tú por aquí? Y ahí empezó el relato; le expliqué lo dura que era mi vida y esas cosas. Él me daba consejos; los tópicos: “tienes que estudiar, tus padres quieren lo mejor para ti, etc.,…” Y yo, lógicamente, procuraba- como en las radionovelas- dejar algo para el día siguiente. La verdad es que tengo un buen recuerdo de D. Teodoro. Que conste, que, cuando tenía que “currar”, curraba. Y un día, iba en el tractor con Tomás, mi primo, (Regato) y prendió fuego la carga de haces de trigo que llevaba el remolque. Me di cuenta yo, porque iba precisamente montado en el remolque y a poco me abraso. Perdona el rollo, AMAPOLA. Otro día te cuento mi experiencia aceitunera y altiva, en misericordia. Saludos. PC
PC, gracias por haber abierto tu corazòn, eres maravilloso como siempre y si hablas sencillito, sencillito comprendo mejor lo que dices. Besos MJ