¡Soooo!, ¡quieto, caballo, que está aquí el del fuelle! Amigo Baleares, era, simplemente, un caballo de cartón; ¡como eras!. Estas enorme.
Un abrazo.
Un abrazo.
CHENGUE: Después de esa experiencia no creas que he vuelto a montar a un caballo, posiblemente algún que otro burrino, pero a mi la equitación nunca me fue y a los equinos, conmigo encima, seguro que menos. UN SALUDO
Baleares, hace tiempo que queria preguntarte algo, desde que vi la foto de tu padre en la boda de Felipa: ¿Trabajaba el con Muguiro?
Hola AMAPOLA: Veo que me haces una pregunta concreta sobre mi padre y tengo la impresión que no lo tienes perfectamente identificado, ya me explicarás si es cierto o no cuando leas lo que seguidamente te describo. Cuando me dices que reconoces a mi padre en la foto de la boda de Felipa, me sorprendí porque no tenía constancia de ello, así que fui al rescate de las fotos de su boda con D. Paco, que en su día colgó el amigo GERGONERA. Sobre una de ellas aparece el comentario de VÍSPERAS identificando a su padre, por ello creo que te estabas refiriendo a esa imagen y que por un lapsus confundiste a VÍSPERAS conmigo. Ya me dirás si es cierta esa apreciación que te hago.
A ver si mando fotos o hago referencia a algunas donde aparezca mi padre por si te ayuda a identificarle.
Supongo que mi padre trabajaría, al igual que otros, como jornalero en algunas de las grandes fincas que circundan el pueblo, aunque no me consta que lo hiciese como trabajador asalariado fijo en ninguna de ellas, exceptuando en la finca de El Parral, que según me cuenta mi madre, estuvo varios años de rapaz, o muchacho joven de los recados. Él fue de los primeros que emigraron a Holanda y yo era muy pequeño (4 ó 5 años), por lo que su lugar de trabajo y hasta su fallecimiento, siempre lo he relacionado con el extranjero y de su etapa en el pueblo no conozco prácticamente nada. Además de que por los avatares de la vida, tanto personal como familiar, tampoco tuve referencia ni relación directa con esas fincas, ni con sus dueños o administradores.
Abundando en el mismo sentido, te diré que me siento extraño en mi propio pueblo cuando me hablan con toda naturalidad de ciertos parajes emblemáticos de esas fincas y yo ni siquiera los conozco. Ahora estoy deseando y no me importa que me enseñen esos lugares pero sin dudas sólo me invade la curiosidad y con el fin de recrear la vista con el paisaje, pero no por añoranza o nostalgia, puesto que nunca lo sentí, ni lo viví.
Por otra parte te diré, por si recuerdas algo, que mi abuela Frasca limpiaba el Cuartel de la Guardia Civil cuando estaba en el Palacio, en la esquina de la casa de los patateros, creo que también llegó a ser un comercio y me parece que también la sastrería. Uno de los guardias de puerta de entonces, que más recuerdo con cariño, era el guardia Rollón, que me regalaba los carretes viejos de las cintas de las máquinas de escribir, que para mí supusieron unos de los juegos más atractivos cuando desliaba la cinta desde la ventana o echándola a rodar por la calle. ¡Cómo me gustaba tiznarme las manos y la ropita limpia!, y eso que, en el Cuartel, las cintas las apuraban al máximo, pero seguían manchando. Algún “soplamoco” me llevaría por ello y no me extrañaría que la “sargento” de mi abuela también se lo diese al guardia Rollón. La referencia a la “sargento” lo digo con todo el cariño, simplemente aplico el dicho del pueblo: “menuda sargento está hecha”, en referencia a una mujer dura que implanta disciplina y austeridad, aunque no llega a ser una Rotenmeyer. Mi abuela era aquella buena mujer que me atusaba el flequillo, ensalivándose los dedos, para estar más guapo.
También recuerdo cuando venía el camión del economato de la Guardia Civil, lo recuerdo parado en el Palacio, posiblemente el avituallamiento sólo estuviese restringido a las familias del cuerpo pero lo cierto es que algunas pastillas de jabón lagarto, azúcar o alguna otra cosa rebajada de precio llegaban a nuestras casas; todo ello ha sido de agradecer y en gran medida influía la buena integración y aceptación que en general los guardias y sus familias tuvieron en el pueblo.
Bueno AMAPOLA, me he desviado totalmente del asunto de la identificación de mi padre y me he metido en otro que seguro tu conoces mejor que yo. De momento lo dejo así. UN ABRAZO.
A ver si mando fotos o hago referencia a algunas donde aparezca mi padre por si te ayuda a identificarle.
Supongo que mi padre trabajaría, al igual que otros, como jornalero en algunas de las grandes fincas que circundan el pueblo, aunque no me consta que lo hiciese como trabajador asalariado fijo en ninguna de ellas, exceptuando en la finca de El Parral, que según me cuenta mi madre, estuvo varios años de rapaz, o muchacho joven de los recados. Él fue de los primeros que emigraron a Holanda y yo era muy pequeño (4 ó 5 años), por lo que su lugar de trabajo y hasta su fallecimiento, siempre lo he relacionado con el extranjero y de su etapa en el pueblo no conozco prácticamente nada. Además de que por los avatares de la vida, tanto personal como familiar, tampoco tuve referencia ni relación directa con esas fincas, ni con sus dueños o administradores.
Abundando en el mismo sentido, te diré que me siento extraño en mi propio pueblo cuando me hablan con toda naturalidad de ciertos parajes emblemáticos de esas fincas y yo ni siquiera los conozco. Ahora estoy deseando y no me importa que me enseñen esos lugares pero sin dudas sólo me invade la curiosidad y con el fin de recrear la vista con el paisaje, pero no por añoranza o nostalgia, puesto que nunca lo sentí, ni lo viví.
Por otra parte te diré, por si recuerdas algo, que mi abuela Frasca limpiaba el Cuartel de la Guardia Civil cuando estaba en el Palacio, en la esquina de la casa de los patateros, creo que también llegó a ser un comercio y me parece que también la sastrería. Uno de los guardias de puerta de entonces, que más recuerdo con cariño, era el guardia Rollón, que me regalaba los carretes viejos de las cintas de las máquinas de escribir, que para mí supusieron unos de los juegos más atractivos cuando desliaba la cinta desde la ventana o echándola a rodar por la calle. ¡Cómo me gustaba tiznarme las manos y la ropita limpia!, y eso que, en el Cuartel, las cintas las apuraban al máximo, pero seguían manchando. Algún “soplamoco” me llevaría por ello y no me extrañaría que la “sargento” de mi abuela también se lo diese al guardia Rollón. La referencia a la “sargento” lo digo con todo el cariño, simplemente aplico el dicho del pueblo: “menuda sargento está hecha”, en referencia a una mujer dura que implanta disciplina y austeridad, aunque no llega a ser una Rotenmeyer. Mi abuela era aquella buena mujer que me atusaba el flequillo, ensalivándose los dedos, para estar más guapo.
También recuerdo cuando venía el camión del economato de la Guardia Civil, lo recuerdo parado en el Palacio, posiblemente el avituallamiento sólo estuviese restringido a las familias del cuerpo pero lo cierto es que algunas pastillas de jabón lagarto, azúcar o alguna otra cosa rebajada de precio llegaban a nuestras casas; todo ello ha sido de agradecer y en gran medida influía la buena integración y aceptación que en general los guardias y sus familias tuvieron en el pueblo.
Bueno AMAPOLA, me he desviado totalmente del asunto de la identificación de mi padre y me he metido en otro que seguro tu conoces mejor que yo. De momento lo dejo así. UN ABRAZO.
