SOLILOQUIOS DE MI CONCIENCIA (No he de callar… -Quevedo-)
Tejero, Tejero, noble apellido que tanto quiero;
y no por ese del 81, ni tan poco por el del Clero;
más bien, por el de la vieja calle nueva de mi pueblo.
Conclusión fáctica y metafísica de los sueños:
¡La maté porque era mía! -Fundamental aserto-
Y la manta, llena de enanos y chinches, en el cementerio.
Enanos y chinches. ¡Qué más da, si da lo mesmo!
De tal guisa, esperemos a que crezcan, cuanto menos.
Física cuántica- que dijeran los expertos-
¡Adolfo, por Dios! ¡Selección natural, cuanto menos!
Sentido abstracto de los antropomórficos cerebros;
seres que piensan y sienten, según dicen ellos,
que la naturaleza muerta amamanta al lince ibérico.
¡No quiero seres bizcos a los que llaman tuertos!
¡Quiero, para mi raza aria, un ser de lo más perfecto!
-Es la letanía infinita que nos canta el pregonero-
¿Tengo cerebro? ¿Engendro cerebro? ¿Amamanto cerebro?
¿Lloro, acaso, ante la estulticia y el error de los posesos?
¿Es el llanto, acaso, hijo efímero de los sentimientos?
Tiempo ha que llegué a la conclusión de que no estoy cuerdo.
Soy de una especie que tira a su especie a los basureros
y la perpetuación se detiene, y lo llamamos progreso.
Yo soy dueño de mí, como aquel filósofo viejo
que al amparo de su propia ley tomó de la cicuta el veneno.
Y, a la sombra de Emily Durkheim, de mi suicidio seré dueño.
¡De mi suicidio! No de la vida de otros, ni mucho menos.
Y, aplaudiré, cuando al cadalso suban los gobiernos
-acompañados de la pléyade de furibundos lisonjeros-
Y se suiciden, paulatinamente, desde su raciocinio incierto.
Y, nada podré hacer, porque cada uno es de sí su dueño.
¿Quién sabe, si subo a mi cadalso y me quito de este medio,
si un día mi hija me dice: “Papá voy a matar a tu nieto”?
¿O acaso me emborrache de hipocresía, como tantos elementos?
Pero, tengo que pensar que pienso y sentir que a poco siento
que la naturaleza es la madre, en la que profundamente creo.
¿No os ha pasado, queridos amigos, pensar en el universo?
maravilloso, infinito, incomprensible, pluscuamperfecto…
¿Y no lo habéis dejado, diciendo: yo hasta allí no llego?
¿Y, cuando un cuerpo es capaz de engendrar otro cuerpo?
Sí, se habla de la simiente- los espermas dicen los técnicos-
Pero, la maravilla en sí, de que se cree un ser ahí dentro…
es un fin natural, muy por encima de nuestro consentimiento.
Tanto, como que la perpetuación de la especie depende de eso.
¡La especie, la única, la racional, que es capaz de hacer esto!
Yo, como integrante de esta especie, en otros temas no entro.
Solo digo, que si esto es evolución; yo, humildemente me quedo.
¡Gracias, conciencia mía, unas veces te odio y otras te quiero!
De PC para PC y aquellos que quieran leerlo. Besos.
Tejero, Tejero, noble apellido que tanto quiero;
y no por ese del 81, ni tan poco por el del Clero;
más bien, por el de la vieja calle nueva de mi pueblo.
Conclusión fáctica y metafísica de los sueños:
¡La maté porque era mía! -Fundamental aserto-
Y la manta, llena de enanos y chinches, en el cementerio.
Enanos y chinches. ¡Qué más da, si da lo mesmo!
De tal guisa, esperemos a que crezcan, cuanto menos.
Física cuántica- que dijeran los expertos-
¡Adolfo, por Dios! ¡Selección natural, cuanto menos!
Sentido abstracto de los antropomórficos cerebros;
seres que piensan y sienten, según dicen ellos,
que la naturaleza muerta amamanta al lince ibérico.
¡No quiero seres bizcos a los que llaman tuertos!
¡Quiero, para mi raza aria, un ser de lo más perfecto!
-Es la letanía infinita que nos canta el pregonero-
¿Tengo cerebro? ¿Engendro cerebro? ¿Amamanto cerebro?
¿Lloro, acaso, ante la estulticia y el error de los posesos?
¿Es el llanto, acaso, hijo efímero de los sentimientos?
Tiempo ha que llegué a la conclusión de que no estoy cuerdo.
Soy de una especie que tira a su especie a los basureros
y la perpetuación se detiene, y lo llamamos progreso.
Yo soy dueño de mí, como aquel filósofo viejo
que al amparo de su propia ley tomó de la cicuta el veneno.
Y, a la sombra de Emily Durkheim, de mi suicidio seré dueño.
¡De mi suicidio! No de la vida de otros, ni mucho menos.
Y, aplaudiré, cuando al cadalso suban los gobiernos
-acompañados de la pléyade de furibundos lisonjeros-
Y se suiciden, paulatinamente, desde su raciocinio incierto.
Y, nada podré hacer, porque cada uno es de sí su dueño.
¿Quién sabe, si subo a mi cadalso y me quito de este medio,
si un día mi hija me dice: “Papá voy a matar a tu nieto”?
¿O acaso me emborrache de hipocresía, como tantos elementos?
Pero, tengo que pensar que pienso y sentir que a poco siento
que la naturaleza es la madre, en la que profundamente creo.
¿No os ha pasado, queridos amigos, pensar en el universo?
maravilloso, infinito, incomprensible, pluscuamperfecto…
¿Y no lo habéis dejado, diciendo: yo hasta allí no llego?
¿Y, cuando un cuerpo es capaz de engendrar otro cuerpo?
Sí, se habla de la simiente- los espermas dicen los técnicos-
Pero, la maravilla en sí, de que se cree un ser ahí dentro…
es un fin natural, muy por encima de nuestro consentimiento.
Tanto, como que la perpetuación de la especie depende de eso.
¡La especie, la única, la racional, que es capaz de hacer esto!
Yo, como integrante de esta especie, en otros temas no entro.
Solo digo, que si esto es evolución; yo, humildemente me quedo.
¡Gracias, conciencia mía, unas veces te odio y otras te quiero!
De PC para PC y aquellos que quieran leerlo. Besos.
Un beso, primo, depués de leer y releer tu texto. Cada cual con su conciencia, pero vivamos contentos con aquello que pensamos y con lo que defendemos, sino nuestras propias vidas serán un caos auténtico.