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MEMBRIO: CALAMBÚ, hermoso mío, ¡Cuánto tiempo! Dile a la que...

CALAMBÚ, hermoso mío, ¡Cuánto tiempo! Dile a la que te sopla lo de las “acitunas”, que me lo diga a la cara, que le voy a poner las pilas. Tengo bajo mi despacho, cuatro olivos estatatales- todos ellos bien preparados por la mano del hombre- Las tienen verdes y negras. Las verdes las coloco en fila; las negros, en hilera. Las una, mándolas a cubrirse; las otras, alinearse. Todo ello con el amor suficiente- aplicando las leyes, naturalmente castrenses- para que la salud no decaiga ni el cuerpo lo olvide. Puestos a decir verdad… las miro fijamente y, como quiera que son del género femenino (a contrario serían “acitunos”) pues, ¡Que quieres que te diga, Calambú! Caen paulatinamente, como brevas pachochas. Es que, no se me resisten ni las “acitunas”. Es muy fácil; yo, sólo tengo que esperar paciente, fusilándolas con la mirada. ¡OS habéis enterado! Pues, a copiar, que es gerundio. Ahora “mismíto” voy a bajar a fusilar a unas cuantas. Por supuesto, caso de ponerse zapatonas, se les aplicará el Código Penal Militar. Lo que no sabía yo, es que a las “machacás” había que endulzarlas también con agua. Estoy perdido. Voy a hacer como en los programas basura. Ofrezco tres días en hotel de cinco estrellas, con mi compañía- por supuesto- a quien me aclare la situación. ¡Ah!, absténganse varones, hermafroditas y demás ganao- tíos, en una palabra- ¡AY, que fatigitas m’entran, cuando me acuerdo de la Sierra de Ronda! Un abrazo muy fuerte para todos. PC