Y yo, hubo un tiempo, que me preguntaba ¿A quién saldrá J. C. relatando tan bien?
Esta vez, la respuesta no se la llevó el viento. Realmente excepcional; lleno de técnica y de sentimiento. Me he emocionadado demasiado. Bueno, alguno dirá que, tratándose de mí, no tiene el mayor mérito. Puede que así sea. Pero, tú, alguno más y yo, sabemos el porqué. El porqué a veces, aun, escuchamos, esa voz que, siendo de Marchena, la llamaban de Vallejo. ¡Y tantas cosas!. Gracias, Chengue, te veré pronto. ¡Te lo prometo!. PC
SONETO PARA UN ÁNGEL (A mi tío, santo inocente del campo extremeño)
Ángel de vida, que conocí, siempre contento;
Ángel de nombre a quien jamás venció el sollozo;
Ángel que, en la soledad amarga de aquel chozo,
jamás antepuso a la sencillez y amor su sufrimiento.
Ángel del mejor cariño en los peores momentos;
Ángel de respeto, querernos fue su mayor gozo;
Ángel que nos montaba en la burra para ir al pozo,
dejándonos el aroma de encina como ungüento
Ángel, que siendo Marchena, le decían Vallejo,
cuando su cante salía de entre jaral y retama;
enorme Sol de arcaica nobleza, que fue ese espejo
donde desearía yo mirarme todas las mañanas.
Sin molestar se fue, llevándose a la fin, tan lejos,
magno equipaje de ternura, sus sonrisas y sus canas.
Esta vez, la respuesta no se la llevó el viento. Realmente excepcional; lleno de técnica y de sentimiento. Me he emocionadado demasiado. Bueno, alguno dirá que, tratándose de mí, no tiene el mayor mérito. Puede que así sea. Pero, tú, alguno más y yo, sabemos el porqué. El porqué a veces, aun, escuchamos, esa voz que, siendo de Marchena, la llamaban de Vallejo. ¡Y tantas cosas!. Gracias, Chengue, te veré pronto. ¡Te lo prometo!. PC
SONETO PARA UN ÁNGEL (A mi tío, santo inocente del campo extremeño)
Ángel de vida, que conocí, siempre contento;
Ángel de nombre a quien jamás venció el sollozo;
Ángel que, en la soledad amarga de aquel chozo,
jamás antepuso a la sencillez y amor su sufrimiento.
Ángel del mejor cariño en los peores momentos;
Ángel de respeto, querernos fue su mayor gozo;
Ángel que nos montaba en la burra para ir al pozo,
dejándonos el aroma de encina como ungüento
Ángel, que siendo Marchena, le decían Vallejo,
cuando su cante salía de entre jaral y retama;
enorme Sol de arcaica nobleza, que fue ese espejo
donde desearía yo mirarme todas las mañanas.
Sin molestar se fue, llevándose a la fin, tan lejos,
magno equipaje de ternura, sus sonrisas y sus canas.